En el periodo de gestación, que abarca toda la
época colonial, se fue formando
lentamente el alma del Paraguay, en medio de las peculiaridades geográficas y
sociales, en medio de los desafíos constantes y las luchas por emerger a la
luz. Como estadios resaltantes de esta originaria etapa tenemos a los símbolos de
las reducciones jesuíticas y la revolución comunera.
Los jesuitas. El lema seguido
obstinadamente por los jesuitas en el Paraguay rezaba: “El reino de Dios sobre
la tierra”. Al parecer, tratando de concretar tal afán, los hombres de Ignacio
de Loyola siguieron casi al pie de la letra las recetas dadas por Platón en su
obra “La República”. ¿Qué tendrá este genio griego que pudo infiltrarse
delicadamente incluso entre las junglas impenetrables del Paraguay del siglo
XVII? En fin, las reducciones se convirtieron en una suerte de estado comunista
de raíces religiosas, con un curioso aislamiento hacia mundo exterior que al parecer,
en algunos periodos de tiempo, ni la misma
iglesia romana podía ya violar.
La revolución
comunera. Pero si vimos una orientación comunista y aislacionista con los jesuitas
en la gestación del alma del Paraguay, con la revolución comunera tenemos plantada
la semilla para la rebeldía, a través de la crítica y la libertad. De hecho pareciera
que en todo lo existente coexisten estas dos tendencias fundamentales, una fuerza
centrípeta (de aislamiento y búsqueda de la serenidad) y otra centrifuga (de inconformismo
y búsqueda del cambio).
(Extracto de “La
Idea del Paraguay. Hacia una visión estética de la cultura paraguaya”)
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