miércoles, 27 de agosto de 2025

A DOSCIENTOS SETENTA AÑOS DE LA MUERTE DE MONTESQUIEU (1689-1755)

         Fue un filósofo e historiador francés. Fue uno de los principales exponentes de la ilustración y un precursor de las ciencias sociales. A nivel teórico, se ubica mucho más cerca del empirismo que del racionalismo (que son las dos principales corrientes subterráneas de la ilustración), por la relevancia que le da al hecho o fenómeno social,  frente a las grandes construcciones teóricas típicas de la filosofía tradicional (Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino) y de la misma filosofía moderna (Descartes, Kant o Hegel). Más allá de las cuestiones más generales de su marco teórico, Montesquieu pretende construir herramientas de análisis social que conjuguen el tiempo largo (histórico, estructural) con el tiempo corto (coyuntural), para dar cuenta de los acontecimientos que estaban marcando la madurez de la sociedad y de la cultura moderna en el siglo XVIII.

      Entre sus obras cabe citar las “Cartas persas” y “Consideraciones sobre las causas de la grandeza de Roma y su decadencia”.

     Visitó Inglaterra, como en su tiempo lo hizo Voltaire, en donde recibió fuertes influencias para su pensamiento (en especial de John Locke).

La investigación social

     Con el título de su obra “Consideraciones sobre las causas de la grandeza de los romanos y su decadencia” ya nos muestra Montesquieu que dejará de lado cualquier alusión a concepciones providencialistas, que todavía era común en su tiempo, y se limitará a llevar adelante sus consideraciones utilizando primordialmente el principio de causalidad (que en su tiempo fue utilizado ampliamente tanto por racionalistas como por empiristas).

     Pero ¿que buscará aplicando el principio de causalidad? Acumular observaciones que le permiten postular leyes fundamentales que expliquen el éxito o la decadencia de las sociedades. De ahí la alusión al Imperio romano, objeto de su investigación histórica.

   Cree que los males del mundo pueden solucionarse dentro de la sociedad, pero a diferencia de Rousseau (con su idea de "voluntad general"), plantea la moderación como el mejor camino para lograrlo, a través de la construcción de instituciones políticas que se frenen unas a otras (nos referimos idea de la división de los poderes del Estado).

 (Extracto de "Robert León Helman. Una mirada hacia el infinito. Ensayo sobre el pensamiento moderno),

jueves, 14 de agosto de 2025

A CUARENTA AÑOS DE LA MUERTE DE CARL SCHMITT (1888-1985)

 

     Fue un politólogo y filósofo alemán. Considerado como uno de los principales referentes intelectuales del Nacional Socialismo Alemán, sus ideas, sin embargo, van más allá de la particular coyuntura política de la primera mitad del siglo XX. Entre sus obras cabe citar “La dictadura”. A pesar de lo polémico de sus adhesiones partidarias, sus planteamientos teóricos siguen siendo relevantes para pensar la política contemporánea.

La política

     Lo que caracteriza a la política, plantea Schmitt, es el tipo de relación humana que se da en su espera (ubicada dentro del sistema social), consistente en la dualidad amigo-enemigo. Algunos han pretendido suavizar el término “enemigo”, en un contexto de conflictos democráticos, utilizando el término “adversario”. De cualquier manera, hay que entender a Schmitt dentro del contexto de una sociedad de masas (lo que se hizo más evidente a partir de la revolución francesa) en donde no priman los principios de la racionalidad, sino la desbordante fuerza de lo emocional, que se aviva gracias a las posiciones polarizadas, como luchas entre el bien y el mal (reavivando así sentimientos de una oculta religiosidad), a partir de lo cual, la posición contraria, no podría ser, para Schmitt, sino la que representa al enemigo.

      Schmitt defendió el militarismo, reafirmando con ello la preeminencia del poder político sobre el poder económico y el ideológico (si seguimos la tipología del poder de Bobbio).

La dictadura

     Plantea la existencia de dos tipos de dictadura: la comisaria, asociada con la práctica republicana de la antigua Roma, de extensión provisoria; y la soberana, que busca instaurar un nuevo orden político.

(Extracto de "Robert León Helman. Entre la revolución y el control. Ensayo sobre el desarrollo orgánico de las ciencias sociales").