miércoles, 9 de abril de 2025

A CIEN AÑOS DE LA MUERTE DE JOSÉ INGENIEROS (1877-1925)

 

     Fue un filósofo ítalo-argentino, de orientación positivista. Podemos ubicarlo dentro de la generación del novecientos dentro del pensamiento latinoamericano. Ingenieros tuvo una importante influencia en la reforma universitaria argentina de 1918.  Entre sus obras recordemos: “El hombre mediocre” (1913), “Hacia una moral sin dogmas” (1917), “Ciencia y filosofía” (1917), “Evolución de las ideas argentinas” (1918).

El hombre mediocre

     En su obra más conocida “El hombre mediocre. Ensayo de psicología y moral” (1913), Ingenieros hace una contrastación entre el hombre superior o idealista y el hombre mediocre. Vemos aquí como este autor sigue de una manera particular la diferenciación hecha por Sarmiento entre barbarie y civilización (distinción que está presente también en el antropólogo norteamericano Lewis Henry Morgan[1]), aunque también podríamos ver aquí ciertos influjos de la teoría de las masas en auge en aquel entonces, por ejemplo, en Nietzsche y su planteamiento sobre el “último hombre” (En “Así habló Zaratustra” de 1883[2]), o en Gustave Le Bon el “hombre de las multitudes” (en “La psicología de las multitudes” de 1896). Poco después Ortega y Gassett publicará su obra “La rebelión de las masas”, de 1929. (en donde se puede notar ciertos influjos de las ideas de Ingenieros).

     El autor clasifica al ser humano en tres tipos: el inferior, el mediocre y el superior o idealista. El hombre inferior es aquel que apenas ha logrado integrarse a una sociedad civilizada, por lo cual puede caer en conductas de completa sumisión o de violenta resistencia a los procesos de socialización. El hombre mediocre, es el hombre del rebaño, es el individuo que casi se ha disgregado en una masa, o que encuentra su identidad en esa misma masa, es aquel que ha dejado de mirar al cielo, que no se preocupa por los altos ideales de transformación de la vida humana, que dieron inicio a la era moderna; el hombre mediocre es el material necesario para echar a andar la maquinaria de los gobiernos tiránicos, que terminan contaminando con aires de guerra al sistema político internacional. En contraste con el hombre mediocre, el hombre superior es aquel que todavía se atreve a proyectar altos ideales en su vida, que busca un futuro de progreso, a través del cultivo de sus facultades intelectuales y anímicas; su individualismo lo aleja de las regiones pobladas por las masas, hacia los solitarios espacios de la acción creativa y transformadora que luego servirán de faro para la elevación de la humanidad como especie.

(Extracto de "Robert León Helman. Pensar desde América. Ensayo sobre el pensamiento latinoamericano").



[1] La publicación de Sarmiento: “Facundo o Barbarie y Civilización”, data de 1845, mientras que la publicación de Morgan: “Sociedad Antigua”, es de 1877.

[2] Pero incluso podemos rastrear una referencia hacia las masas en Alexis de Tocqueville, en 1835, con “La democracia en América”.