miércoles, 8 de febrero de 2023

A CIENTO CUARENTA AÑOS DE LA MUERTE DE KARL MARX (1818-1883)


    Fue un filósofo alemán. Iniciador de la corriente de pensamiento denominada materialismo histórico-dialéctico. Sigue a su manera con ese ideal hegeliano de concretar la realización plena de un principio fundamental, solo que en reemplazo del Espíritu, Marx ubica a la materia. Ella no se despliega sólo en el ámbito de la naturaleza, sino también en los espacios humanos, en la economía, la sociedad y la cultura.

     Realizó sus estudios secundarios en Tréveris, su ciudad natal, luego pasó a Bonn en donde empezó a estudiar Leyes, pero al parecer entonces le entusiasmó más la vida bohemia que el estudio; por ello, su padre lo trasladó a Berlín, en donde se apasionó por la filosofía. 

La dialéctica marxista

     Partiendo desde aquello que Hegel llamó espíritu objetivo, Marx llegará a su propia concepción de la dialéctica, una que estará marcada por el materialismo asumido por su autor.

El hombre

     Marx, como todo pensador socialista, posee una visión optimista del hombre, así, plantea que las posibilidades del pleno desarrollo humano están abiertas, y que sólo se debe trasformar a la sociedad para ellas florezcan.

     Precisamente, las condiciones sociales que impiden al hombre su desarrollo pleno para Marx se asocian con el capitalismo. Este modo de organización económica sume a los seres humanos en un estado de alienación[1]. El hombre alienado es aquel que se hace “otro”, distinto a lo que por naturaleza debería alcanzar, esto es, su realización plena a través del trabajo.

La sociedad capitalista

   Una cuestión central del pensamiento de Marx al analizar la estructura de la sociedad capitalista es la del valor-trabajo. Para los economistas clásicos como Smith y Ricardo, el valor podía ser de dos tipos, el de uso y el de cambio (al que también podemos denominar precio). El primero, el de uso, se relacionaba directamente con la posibilidad de satisfacer las necesidades humanas; y se diferenciaba del segundo, el valor de cambio, porque éste regía la comparación de un objeto con otro, en orden a su intercambio. En tal sentido, Marx sostenía que los productos del trabajo en una sociedad capitalista se constituían en una “mercancía”, por estar sujetos a la compra y a la venta (valores de cambio).

   Lo que Marx llamó el “fetichismo de la mercancía” hace que los productos del trabajo humano se vuelvan meros “objetos”, separados (o alienados) ya del hombre, negando a su misma naturaleza. Esta “objetivación” del mundo llevada a cabo por el capitalismo, según Marx, encontrará una fuerte resonancia en ideas como la racionalización (Weber) o la reificación (Luckacs) en todos los ámbitos de la sociedad moderna.

   Para Marx la propiedad privada es fuente de injusticias, y clave para explicar la explotación que sufre el proletariado en el modo de producción capitalista. Entre las dos principales clases sociales de la sociedad industrial, burgueses y capitalistas, son los primeros los que poseen la propiedad de los medios de producción, a través de los cuales explotan a los segundos, negando y amputando así las capacidades humanas del trabajador.

El futuro

   Otra temática importante en el pensamiento de Marx son sus predicciones para el futuro.

   Resulta curioso que algunos estudiosos planteen por ejemplo que “Marx solía escribir como si pensara que los cambios en los modos de producción fueran inevitables”[2]. Diferenciar entre lo que pensó, y está efectivamente plasmado en sus escritos, y lo que quiso pensar pero que no escribió, es un juego malabarístico que no nos lleva sino al oscurecimiento de las ideas de este genial pensador.

   Lo mismo podemos decir con comentarios como “Marx parece un determinista económico en numerosos lugares de su obra”[3]. La pregunta que podemos hacernos es ¿parece o es? En este caso George Ritzer alude al método dialectico utilizado por Marx para negar el determinismo, mas, a partir de esta afirmación podríamos preguntarnos a su vez ¿fue siempre Marx fiel a la dialéctica? Y ¿no se dirigió hacia ahí la crítica de los marxistas hegelianos hacia el maestro?

   Marx pensaba que el propio desarrollo capitalista terminaría por llevarlo a la ruina, en particular por la acumulación de capital en manos de unos pocos, lo que llevaría a la proletarización del mundo. A partir de ahí la lucha de clases daría lugar a una revolución, gracias a la cual el proletariado instauraría una dictadura.

     En este enfoque recibió la influencia del antropólogo norteamericano Lewis Henry Morgan, quien sostenía que la humanidad había pasado por las etapas de salvajismo y barbarie, para desembocar luego en la civilización, representada por la cultura y la sociedad occidental. Marx se apoyó en estas ideas para sostener que las sociedades humanas pasaron por distintos estadios como el comunismo primitivo, el esclavismo, el feudalismo, el actual capitalismo, y que necesariamente debería también desembocar en el comunismo, dándose así un retorno a una especie de mítica edad de oro[4]. Por supuesto, el comunismo posterior al capitalismo ya habría asimilado dialécticamente los estadios anteriores, pero de todas maneras tendríamos un comunismo al fin.

     Sin embargo, el capitalismo ha sabido realizar aquello que Schumpeter llamo “destrucción creativa”, lo que le ha permitido mantenerse hasta nuestros días, no sin numerosas fricciones, y apelando a interminables reformas para manejar esta embarcación de la humanidad que según algunos pensadores sociales, como Anthony Giddens o Zygmund Bauman, ha perdido el rumbo.

La dictadura del proletariado[5]

   Para Marx el estado no era más que un órgano burgués de opresión y coerción del proletariado. En gran medida debido a esta apreciación, no pensaba que una revolución[6] pudiera darse sin el uso de la violencia, o sea a través de las formas tradicionales de hacer política[7].

   Marx nunca apreció la idea del estado, por lo cual sostuvo que la dictadura establecida por el proletariado implicaría la substitución del estado burgués, y ya luego con la llegada comunismo se eliminaría toda reminiscencia de tal institución.

 (Extracto de "Robert León Helman. Una mirada hacia el infinito. Ensayo sobre el pensamiento moderno).

 

 



[1] Del verbo latino “alieno”, alejar, desunir, descontentar, asociado con el sufijo “ción”, que alude a una acción o efecto.

[2] George Ritzer. Teoría sociológica clásica, ed. cit., p. 184.

[3] George Ritzer. Teoría sociológica contemporánea. McGraw-Hill, Madrid, 1993, p. 157.

[4] Cfr. Mircea Eliade. El mito del eterno retorno. Emece, Bs. As., 1952, p. 164.

[5] Podemos plantearnos aquí la pregunta ¿Qué es la dictadura? Es una forma de gobierno en donde el poder se concentra en manos de un individuo o de un grupo (o élite gobernante); por ende, en una dictadura no existe una división de poderes, ni es posible, en general, un traspaso del poder a un grupo opositor a través de procedimientos pacíficos,  ni tampoco se da participación de la ciudadanía en la elección de las autoridades. La forma política de la dictadura fue utilizada por los antiguos romanos, en especial en tiempos de crisis. La forma de gobierno opuesta a la dictadura es la democracia. 

[6] Del latín “revolutio”, término que posee el prefijo “re” (hacia atrás), el radical “volveré” (dar vueltas) y el sufijo “tio” (acción y efecto). De ahí que la idea básicamente signifique: acción y efecto de dar la vuelta de un lado hacia otro.

[7] Considérese que pensadores como Roger Garaudy sostienen que lo esencial de la revolución socialista no es la violencia sino la transformación radical de los modos de producción.