miércoles, 27 de octubre de 2021

A NOVENTA AÑOS DE LA MUERTE DE GEORGE HERBERT MEAD (1863-1931)

 

     Fue un filósofo, sociólogo y psicólogo estadounidense. En filosofía se constituyó en uno de los más destacados exponentes del pragmatismo norteamericano (junto a Dewey y James). En sociología es considerado como uno de los precursores de la corriente llamada interaccionismo simbólico. Como norteamericano recibió el influjo de la tradición conductista, pero lo adaptó a sus intereses sobre la investigación social.

Conductismo reformulado

     Frente a Watson que se negaba a considerar cualquier tipo de actividad mental entre un estímulo y su correspondiente respuesta, Mead acepta el influjo de la mente en la respuesta, pero lo asocia con el funcionamiento del sistema nervioso central. En tal sentido escribió: “Insisto en que los patrones que encontramos en el sistema nervioso central son patrones de acción, no de contemplación”[1]. Una apreciación que puede servirnos para entender que los “patrones de contemplación” se asientan en un imaginario social que es previo a cualquier tipo de actividad.

     Pero entiéndase bien, el sistema nervioso no hace sino repetir análogamente los patrones de acción que se enraízan en los patrones de contemplación.

Ética

     Su interpretación de la ética es bastante peculiar, pues sostiene que ella no se trata del ordenamiento de la vida individual sino de la búsqueda de la solución pacífica de los conflictos sociales. En tal sentido, se hace necesario el reconocimiento recíproco en la búsqueda de encontrar acuerdos en medio de las diferencias.

  (Extracto de “Robert León Helman. Una mirada hacia el infinito. Ensayo sobre el pensamiento moderno”).

 



[1] Citado en “George Ritzer. Teoría sociológica clásica. 2011, p. 430”.

jueves, 14 de octubre de 2021

INTRODUCCIÓN A “ARROJADOS AL PARAGUAY. COSECHA DE PENSAMIENTOS, LIBRO 10”

  

   No puedo pensar el desarrollo de mi escritura sino a partir de las doce semillas espirituales que constituyen a la serie “cosecha de pensamientos”. Y es que la escritura no precisamente surge de la nada, por simple capricho inentendible, sino de la necesidad de precisar y comunicar un pensamiento antes difuso o un sentimiento intenso. Y ciertamente, como dice Schopenhauer, para escribir bien hay que pensar bien, pero también podemos plantear lo inverso, para pensar bien, hay que aprender a escribir bien (y también, por extensión, a “sentir” más y mejor). ¿Por qué? Porque la escritura te obliga a ordenar, aclarar y profundizar tus pensamientos y afectos.

   Así que los escritos aquí presentados son los rastros que van quedando en el tiempo, como producto de la persecución de estos quijotescos afanes, que casi sin sentirlo, se van acumulando como las diminutas gotas de una canilla averiada, que terminan por hacer  rebosar de agua hasta al más enorme balde. 

 

   Pero detengámonos en el título del libro.

   A parte de constituir el suelo que nos ha acogido y la cultura que nos ha alimentado el espíritu, el Paraguay es un motivo de reflexión constante, que en momentos privilegiados nos llena de un gozo que trasciende todo interés científico, académico o político.

   En medio de tanta calamidad mundial, una oportunidad privilegiada se nos presenta en la contemplación estética, oportunidad que llega también junto a los símbolos e imágenes  que pueblan la cultura paraguaya, y que la han hecho desplegar sus dones espirituales a través de la historia.

   Por ello, parafraseando a Martin Heidegger, quien hablaba de que hemos sido arrojados a la existencia, sin siquiera decidirlo, nosotros podemos decir en forma más específica que hemos sido “arrojados al Paraguay”, y no precisamente -como dirían muchos alucinados por la modernidad- para nuestra desgracia, sino también –y esta es la perspectiva que queremos abrazar- para nuestro gozo.

   Y no necesitamos eludir las miserias de nuestra sociedad, metámonos en el lodo inmundo de nuestras penas y angustias, y desde ahí descubramos los horizontes y posibilidades –tanto críticas como estéticas- que nos da la reflexión y la vivencia de nuestra cultura y nuestra historia.

 

   Siguiendo nuestros planteamientos sobre antropología filosófica, hemos separado estos escritos en tres grandes partes, relacionadas con las que consideramos las principales dimensiones del hombre: la de ser con la personalidad, ser con los demás y ser con el mundo.

 

ÍNDICE GENERAL 

Introducción…………………………………………………………….…7

Primera Parte: Ser con uno mismo………………………………….…..9

Capítulo 1.1. La auto-ética………………………………..................….11

Capítulo 1.2. Lo estético………………………………………………...17

Capítulo 1.3. Otras cuestiones filosóficas…………………………..…22

Segunda Parte: Ser con los demás………..……………………….……28

Capítulo 2.1. Sociedad………………………………………………......29

Capítulo 2.2. El Paraguay……………………………………………….39

Tercera Parte: Ser en el mundo………………………………………...50

Bibliografía…………………………………………………………….…52

 

Enlace al libro completo:

https://drive.google.com/file/d/1G6BJLOZXqwWrXftveZrJwfq7U_UXF9z7/view?usp=sharing