A pesar de todos los avances científicos,
tecnológicos y culturales en general, la pregunta por el hombre sigue siendo
inquietante. Quizá ya no sea tiempo para retornar a un crudo antropocentrismo,
pero de todas maneras el hombre sigue constituyendo el horizonte desde el cual
las grandes preguntas filosóficas encuentran orientación.
Surge
entonces la cuestión: ¿Por qué preguntar por el hombre? ¿No basta acaso con lo
que sin filosofar respondemos en el mundo cotidiano? Pareciera bastar, hasta
que llegan las llamadas situaciones límites, como la muerte de seres queridos,
enfermedades graves, sufrimientos, accidentes, hondos aburrimientos, crisis
sociales, etc, en donde se hace imposible eludir las grandes preguntas de la
vida.
Luego pueden retornar los vaivenes de la
vida cotidiana, esa mezcla de indiferencia y espectáculo, de estrés y
relajación, enmascarando de nuevo lo asombroso del mundo y del hombre, pero de todas maneras siempre quedará
la posibilidad de mirar al mundo de manera renovada y develar horizontes aun
insospechados. Podemos animarnos a hacer apuestas en la vida, no todo está
perdido en la banalidad y el pesimismo.
Podemos decir que hoy la humanidad está en
una situación crítica, no ya sólo por las interminables guerras y la
degradación ambiental, sino también por la posibilidad de que a causa de estos factores nuestra especie
desaparezca de la faz de la tierra. Esto puede hacernos comprender que el
cultivo del pensamiento ha dejado de ser un lujo de unos pocos para convertirse
en una necesidad ineludible para la conservación de la especie. El estudio de
la ciencia y la filosofía debe adaptarse a los condicionantes biológicos, históricos y sociales de cada
individuo, de modo a que cada ser humano amplíe las posibilidades de su realización
y a través de ello la complejidad del conocimiento y la acción humana se
potencien.
¿Podremos construir acuerdos globales en
medio de nuestros espacios sociales de indiferencia y narcicismo? Ni siquiera
el desierto espiritual que hoy nos rodea constituye una condena para el ser
humano, pues aun metidos en las inmundicias del barro podemos seguir pensando,
sintiendo y actuando, aunque sea como en un sueño, un juego o un experimento, y
aun, precisamente por ser así, podremos seguir esperando que la creatividad
humana nos asombre y nos invite a seguir caminando…
En lo que hace al Paraguay, podemos decir
que estamos en un momento muy impactante para el hombre del país, pues el
aislamiento cultural ha empezado a quebrarse aceleradamente a partir de los
noventa, con la entrada de la televisión por cable e internet, ahora la principalmente
la red nerviosa del mundo. Esto no es poca cosa para el Paraguay, que de la
noche a la mañana deja de ser la “isla rodeada de tierra”[1]
para recibir los bombardeos inmisericordes de la sociedad de la información.
El mundo nos habla a gritos ¿Por qué será
que nos cuesta tanto escucharlo? ¿Es que nos han taponado los oídos? ¿O será
que nosotros mismos nos encargamos de despreciar este llamado? En fin, ya decía
Jesús de Nazaret: “Quien tenga oídos que oiga”.
INDICE
GENERAL
Introducción……………………………………………………………7
Primera
Parte: Ser con uno mismo………………………………..…10
Capítulo
1.1. La auto-ética…………………………………..………..12
Capítulo
1.1. Lo estético……………………………………………....48
Capítulo
1.3. Otras cuestiones filosóficas……………………………63
Segunda
Parte: Ser con los demás……………………………….…..72
Tercera
Parte: Ser en el mundo….……………………………………75
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