Lo que queremos plantear con
este trabajo es el despliegue orgánico del pensamiento occidental, que lo sostenemos
antes que nada en clave estética, y sólo en un segundo momento en un sentido histórico. Así, retornamos a la naturaleza también a
través del pensamiento, contemplando las maravillas de la niñez, los sueños de
la juventud, la fuerza de la madurez y los desengaños de la vejez, en los
distintos periodos de vida del pensamiento.
Desde este retorno a la naturaleza se desprende el
sentido de lo orgánico[1].
Lo que esperamos en el presente trabajo es que este retorno pueda orientarnos
hacia la physis griega, que en su
sentido originario significa ente en cuanto ente. Es entonces un intento de
posicionarnos frente a aquello que Heidegger denominó “el olvido del ser”.
Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de estética? A un conocimiento
que difiere del que es propio de la cotidianeidad y de la ciencia[2].
Como todo conocimiento, el estético también consiste en una relación entre
objeto conocido y sujeto cognoscente; el objeto son los Arquetipos, las Ideas;
en tanto que el sujeto se caracteriza por ser “débil”, ajeno a aquel sujeto
fuerte de la modernidad que quería manejar a su antojo al mundo.
Podemos sostener, simbólicamente, que existen tres grandes organismos teóricos
que despliegan sus caracteres en el pensamiento occidental: el antiguo, el
medieval y el moderno. Cada uno de estos organismos va cumpliendo
paulatinamente cuatro grandes ciclos:
la infancia (en donde también se considera un periodo de gestación), la
juventud, la madurez y la vejez (que es una especie de nueva niñez).
De este modo, nuestro recorrido
de la historia del pensamiento se desenvuelve intensificando el cultivo espiritual (de manera particular
el cultivo intelectual), el principal valor dentro de la jerarquía que hemos
propuesto en la parte de nuestra auto-ética que hemos llamado auto trabajo[3].
El cultivo espiritual posee tres formas principales: el arte, la
espiritualidad y la intelectualidad. A su vez, la intelectualidad se despliega
en cuatro formas: leer, pensar, escribir y dialogar. Y el método que hemos
utilizado para llevar adelante esta aventura intelectual ha sido el que
denominamos organicismo histórico-estético, que es el que aquí utilizamos, y el
que en líneas generales estamos describiendo en esta introducción.
Este recorrido que hacemos a su vez nos permite pensar en los dilemas de
la sociedad y la naturaleza, con lo cual completamos ya los nexos con el
estudio de las tres dimensiones fundamentales del ser humano, como: ser consigo
mismo, ser con los demás y ser en el mundo.
Uno de los principales hilos conductores que utilizamos
en nuestro recorrido por la historia de la filosofía es el problema del mal en el mundo[4],
ya que nos permite reflexionar al mismo tiempo sobre cuestiones relativas a la
religión, a la filosofía y al pensamiento político y social.
El sufrimiento humano ha sido desde
siempre un foco motivador tanto para el pensamiento, los afectos y la acción,
ya sea a través de los mitos, las leyendas, el arte, las religiones, la
filosofía, la ciencia, el trabajo o la acción política. Y una pregunta
insistente ha sido, explicitica o implícitamente ¿Cómo abordar el dolor? El
ensayo describe distintos tipos de estrategias teóricas asumidas por los más
destacados filósofos de la historia, pero que de todas maneras destilan una
misma apuesta por el cultivo del espíritu,
en especial el que se asocia con el intelecto y sus posibilidades.
[1] A propósito
“Volved a la naturaleza” también es el nombre de un ensayo que hemos escrito en
relación al hombre y su relación con el mundo.
[2] A propósito
de estas ideas recordemos un párrafo de George Ritzer al referirse al
pensamiento de Alfred Schutz: “Para él ésta (la ciencia) es una de entre una
multitud de “realidades”. Según él existen varias realidades diferentes, entre
ellas los mundos de los sueños, del arte, de la religión y de la demencia. La realidad eminente es, sin embargo, el
mundo intersubjetivo de la vida cotidiana (el mundo de la vida), puesto que es
“el arquetipo de nuestra experiencia de la realidad. Todos los demás ámbitos de
significado pueden considerarse modificaciones de aquélla”” George Ritzser.
Teoría sociológica clásica. Mc. Graw-Hill, México, 2012, p. 455.
[3] Cfr. Robert
León León Helman. La auto-ética. Reflexiones sobre la vida humana individual.
Interiora terrae, Asunción, 2016, p. 52-54. En adelante citaremos nuestros
trabajos con las iniciales R.L.H. Los enlaces a los libros digitales que hemos publicado el
lector los encontrará en la parte final del libro.
[4] Cfr. R.L.H. En torno a un mundo gris. Interiora terrae, Asunción, 2016,
p. 15-22.; Navarro-Calvo. Historia de la filosofía. Anaya, Madrid, 1992, p.
150-153.
https://drive.google.com/file/d/1-SfDNlGfgd6w4kjKiK38DV9mxSc51Vx5/view?usp=sharing
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