A pesar de que
por el mismo hecho de vivir el ser humano está condenado al dolor[1], la búsqueda de medios
intelectuales y prácticos que
aligeren esta pesada carga de existir es
una tarea fundamental.
En nuestro
tiempo, el hombre llamado pomposamente civilizado,
está dispuesto la mayoría de las veces a sacrificar su salud a cambio de
mejorar su situación económica o su posición social. No podemos negar a cada
individuo la libertad de hacer con su vida la apuesta que crea necesaria,
pero creemos que la salud física y
mental constituye un tesoro que vale la pena cultivarlo durante cada momento de
la vida.
Muchas veces se
erigen como proyectos de felicidad inmensos castillos en el aire, sin
considerar lo más inmediato, sencillo y gratificante que es estar sano. Así, en un mundo pletórico
de deseos insatisfechos y de conflictos irresolubles, tener salud es un requisito
ineludible para vivir tolerablemente. Como decía el viejo Schopenhauer: “un
mendigo sano es más feliz que un rey enfermo”.
Creemos que en
este interminable camino del cultivo de la salud, la filosofía tiene mucho que
aportar, no sólo por el carácter transdisciplinario que posee, sino también por
la proyección que puede otorgar para el logro de una visión integrada de la vida,
un requisito fundamental para ordenar y jerarquizar los actos de nuestra
existencia.
Hipócrates de
Samos, el llamado padre de la medicina, fue también el primer médico-filósofo,
es decir, un hombre que buscaba en teorías y prácticas la salud principalmente
del cuerpo, pero sin olvidar la del espíritu (Werner Jaeger sostiene que el
modelo médico de Hipócrates sirvió de inspiración para las especulaciones de
Sócrates, Platón y Aristóteles[2]). Desde él este tipo de
afanes no han desaparecido del mundo, incluso en los tiempos modernos, en donde
la medicina positivista ha ido aumentando su predominio.
La cura de
muchas enfermedades tanto físicas como mentales (y también sociales) a través
de medios naturales, puede llegar a ser algo elemental. Por supuesto, el carácter
elemental de las curas naturales no le quita nada el aspecto teórico de estos
nobles recursos.
En el Paraguay,
desde épocas inmemoriales las curas naturales han estado íntimamente
relacionadas con las plantas medicinales; ellas poseen, al ser empleadas en
forma de tisana, macerado, jarabes, pomadas, etc, distintos efectos terapéuticos,
como los digestivos, los astringentes, los emolientes, los depurativos, etc.
Lo que queremos lograr
con este ensayo es comunicar una interpretación de la medicina tradicional del Paraguay
(a la que asociamos con la medicina natural a grandes rasgos), a la par que dar
ideas útiles para recuperar y mantener la salud.
[1] El dolor –
sea éste físico o espiritual- puede alivianarse o incluso desaparecer en
algunos instantes, pero no por ello deja de ser una compañía constante de la
humana existencia.
[2] Cfr.
Reale-Anticeri. Historia del pensamiento filosófico y científico, T. 1, 1988,
p. 110. Hemos optado por un modo de tratar las citas que simplificará la
consulta del lector interesado. Se aludirán al nombre del autor, al título de
la obra, al año de publicación y a las páginas utilizadas. Las referencias bibliográficas completas
estarán dispuestas en la parte final del trabajo.
ÍNDICE GENERAL
1. Introducción………………………………………………….…...7
2. Algunas consideraciones generales en torno a la medicina natural…………………………………………………….………….9
3. Breve recorrido de la historia de la medicina…………….….13
4. Dos tipologías fisiológico-espirituales……………..………....21
5. Algunas normas fundamentales de salud…………………....25
6. Efectos terapéuticos y formas de preparación de las
plantas medicinales………………………………………………………...29
7. Algunas plantas medicinales………………………………....32
8. Recetas populares para el tratamiento de algunas enfermedades……………………………………………………....39
9. Conclusiones………………………………………………….…42
https://drive.google.com/file/d/1imrDlXnEzFqR6GSdBK8mvDqqN0Uk5s9e/view?usp=sharing
No hay comentarios:
Publicar un comentario