miércoles, 27 de febrero de 2019

INTRODUCCIÓN A “HOLGURA. COSECHA DE PENSAMIENTOS, LIBRO 9.”


   La holgura económica puede deberse a un montón de factores (herencias, trabajo, inteligencia financiera, impulso empresarial, buena fortuna, picardía, etc), que no vienen al caso desarrollar, pero la holgura espiritual proviene de una actitud muy sencilla: disminuir los deseos; una enseñanza universal, repetida por budistas, taoístas, cristianos, estoicos, neoplatónicos, racionalistas, entre otras corrientes culturales de mayor o menor destaque.

   Mas, ¿Quién querría disminuir sus deseos cuando de lo que se trata en un mundo consumista es de recrearlos cada día, para que así se vuelva casi imposible caer en los pozos de la depresión, adquirir la palidez del aburrimiento o pasearse por los aterrorizantes desfiladeros de la angustia? Pues casi nadie, sería preferible desembolsar unos cuantos billetes y librarse de las tinieblas del infierno.

   Mas, no nos dejemos engañar, la globalización ha llegado con muchas caras, no sólo con los bifes de McDonalds o con los jarabes de Coca Cola, ha llegado también con un mensaje casi de contrabando, con una nota de prolongación del alivio, que nos recuerda que la sabiduría de todos los tiempos es patrimonio humano, y nos llega sin respetar fronteras ni aduanas, sin impuestos ni multas, y quizá lo más importante, sin promesas ni condenas... 





   La característica de la presente versión de esta cosecha de pensamientos es la presencia marcada de llamados al ordenamiento de la vida cotidiana, teniendo como guías del camino a pensadores morales como Aristóteles, Séneca o Schopenhauer. A la par que esta orientación, se nota presencia recurrente de las ideas de Oswald Spengler, que se despliegan en interpretaciones sobre el arte, la sociedad mundial y la cultura paraguaya.

     La serie cosecha de pensamientos son un conjunto de doce libros que agrupan escritos de corta extensión, marcados por el asombro y la desmesura de mis años juveniles, y que con el paso del tiempo se ha convertido en la base para los diversos ensayos que se han desparramado a partir de las primeras ideas y afectos contenidos en estos libros de aprendizaje.



     El problema central de esta colección de pensamientos es el hombre, al que calificamos como un ser en relación: con el mundo, con los demás y consigo mismo. Y en ese mismo tono hemos agrupado a los escritos en tres partes que se corresponde con esas tres relaciones fundamentales.



   Nos posee un afán filosófico, y en tal sentido podemos afirmar que una investigación filosófica no necesariamente se reduce a monografías, tesis de licenciaturas o doctorales, también puede tomar la inocente forma de un aforismo o de un simple párrafo que relaciona atrevidamente dos líneas de pensamiento.

   En fin, sin pretensiones dogmáticas, la obra simplemente puede ser una oportunidad para continuar con la aventura filosófica, que continuamente nos devuelve la humildad del principiante del saber.





Enlace al libro completo:

https://drive.google.com/file/d/1XSCpbYORI5pJEU7sRIFbxVty6vF9QHXT/view?usp=sharing

miércoles, 13 de febrero de 2019

INTRODUCCIÓN A “RETORNO. ENSAYO SOBRE EL PROBLEMA DEL HOMBRE”


     La pregunta por el hombre no se relaciona con un afán meramente especulativo, pues saber qué es el hombre, de donde viene y a dónde va, puede ayudarnos a orientarnos (incluso si las respuestas son numerosas) frente a desafiantes problemas como la degradación ambiental, los conflictos bélicos, la pobreza o la desintegración espiritual del individuo. Es decir, la pregunta por el hombre puede ayudarnos a abordar con mayor claridad cuestiones relativas a una ética social, una ética planetaria y una auto-ética.

    

     Ciertamente, el saber sobre el hombre ha estado presente desde tiempos inmemoriales en las leyendas, los mitos o las religiones, pero con una forma que pretenda dar una respuesta racional, se da principalmente en la antigua Grecia, con pensadores como Sócrates o los sofistas. Desde entonces la pregunta sobre hombre ha adquirido diversas respuestas a través del despliegue de la historia de la filosofía, e incluso de la ciencia.

     Lo que en este ensayo nos propondremos hacer será simplemente un esbozo más, de los muchos posibles y existentes, de la figura de este ser tan paradójico y complejo que calificamos como “humano”.



     Etimológicamente el término hombre deriva del latín “homo”, asociado a su vez con “humus”, que significa tierra, y en tal sentido,  fácticamente el cuerpo humano, la dimensión  más concreta de la  existencia, con la muerte siempre vuelve a la tierra, como si nunca hubiese dejado de pertenecer a  ella.

     A su vez, el término griego “anthropos”, hombre, es “el que mira hacia arriba”, que a la luz de las investigaciones antropológicas podemos decir que es aquel que ha podido erguirse, liberar sus manos y su inteligencia y mirar hacia el cielo, el espacio de sus más altos ideales[1].



   La vida del ser humano se constituye en una trágica danza entre el placer y el dolor, que se desarrolla en la mayoría de los casos de acuerdo a modos generales y tradicionales de vivir, que podemos agrupar bajo el nombre de “cotidianeidad”. Por supuesto, la cotidianeidad variará de una cultura a otra, pero las pautas estables del pensar y la acción siempre existirán.

   Pero ¿Por qué el hombre empieza a preguntarse con seriedad por las  cuestiones últimas de la vida, como el ser, el mundo, uno mismo o la sociedad? ¿Cómo es posible dejar el sueño pesado de los problemas cotidianos, de las preocupaciones diarias por ganarse el pan o por cultivar la vanidad?

   Dejar el letargo de esta cotidianeidad (asociado con los procesos coercitivos de la sociedad y la cultura) muchas veces se hace posible porque aparece una situación límite, como una enfermedad que se extiende más de lo previsto, la muerte inesperada de un ser querido, un trabajo desgastante que parece no tener justificación, o el lamento por una acción con resultados negativos; en síntesis, como enseñaba Karl Jaspers, estas situaciones límites son cuatro: la muerte, el sufrimiento, la lucha diaria y la culpa[2].

     A su vez, como estas situaciones, los estados de ánimo extremos, como la desesperación, el júbilo, el aburrimiento y el estado de alerta, al intensificarse desembocan en el estado de ánimo radical, la angustia[3]. A través de ella, (que en medio de lo cotidiano se presenta como excepcional, aunque puede ser cuidada y propiciada por una auto-ética), el individuo puede llegar a la conciencia, no de su integridad, originalidad, o autenticidad, sino de su  condición de sujeto débil o crepuscular,  que ya no se constituye como centro dictatorial del conocimiento, sino como componente de un saber a la vez estético, débil, retórico y nihilista. Al respecto dice Vattimo: “Estas son, me parece, las dos dimensiones decisivas de la crisis del sujeto burgués-cristiano (y antes del sujeto trascendental): el ocaso del rol hegemónico de la conciencia (ante todo entendida como conocimiento), tanto respecto de las otras fuerzas internas que constituyen la persona, como respecto de los “poderes históricos””[4].

  

   Heidegger decía en su libro "¿Que significa pensar?", que lo grave es lo que da que pensar, pero lo "gravísimo" es que a pesar de nuestro tiempo grave, todavía no pensamos[5]. Vivimos en una grave situación de crisis, tanto como especie, en un planeta enfermo; como individuos, en medio de exigencias afectivas e intelectuales; como seres sociales, inmersos en una sociedad resquebrajada y una cultura masificada. Nuestro mundo de hoy se presenta como un grito que llama al pensar, pero ¿está el hombre  de nuestro tiempo dispuesto a escuchar tal llamado?

  Toda crisis es dolorosa, difícil de sobrellevar, pero ella terminará en dos posibles desenlaces, el de la muerte o el de la transformación, o tal vez, porque no decirlo, en una muerte que nos abrirá a la transformación. 



  Se podría esperar que en un ensayo que trata sobre el problema del hombre, como el que aquí presentamos, se plantee en forma casi inmediata la pregunta ¿Qué es el hombre?, sin embargo, todo el rodeo previo que hemos hecho antes de llegar a esta pregunta fue para poder abordar esta cuestión con más claridad y soltura.

  Nuestro recorrido a través de los matices del problema del hombre consistirá en un esbozo de sus principales dimensiones, sin postular ninguna naturaleza intrínseca y ningún conocimiento absoluto. Así, a tono con los planteamientos de Vattimo, podríamos sostener aquí una visión debilitada sobre el hombre.



   Pero ¿por qué aludimos a un “retorno” en el título de nuestro ensayo sobre el problema del hombre?  Porque este abordaje podría ayudarnos a retornar a lo originario, que no es sino la misma nada, a partir de la cual todo se muestra como símbolo, arquetipo, Idea o cifra. En otras palabras, las reflexiones sobre el hombre que aquí presentamos pueden ayudarnos a establecer las condiciones para que se dé una experiencia estética radical.

   A su vez, si es que acaso queremos construir un futuro tolerable, deberemos liberar las fuerzas de la imaginación y la creatividad, moderadas socialmente a través de los juegos de la democracia. Y la liberación de estas fuerzas no lo lograremos sino a través de la experiencia estética.



[1] Cfr. Pedro Chinaglia. Ser Hombre, p. 35. Hemos optado por utilizar un modo de apuntar las citas bibliográficas que consideramos facilitará la consulta del lector. En primer lugar se alude al nombre del autor, luego al título de la obra, el año de la publicación y finalmente la página utilizada. Las referencias bibliográficas completas aparecerán hacia el final del ensayo.
[2]“Estas situaciones no cambian, salvo solamente en su modo de manifestarse; referidas a nuestra existencia empírica, presentan el carácter de ser definitivas, últimas. Son opacas a la mirada; en nuestra existencia empírica ya no vemos nada más tras ellas. Son a manera de un muro con el que tropezamos y ante el que fracasamos. No podemos cambiarlas, sino tan sólo esclarecerlas, sin poder explicarlas ni deducirlas partiendo de otra cosa. Ellas se dan con la existencia empírica misma”. Karl Jaspers. Filosofía. 1959, p. 66-67.
[3] “Del latín “angustus”, que significa angosto, estrecho, término que se refería a los finísimos desfiladeros de las montañas, desde los cuales se experimentaba vértigo y miedo ante la proximidad inquietante de profundos abismos” Robert León Helman. Al diablo con el mundo, 2017, p. 27. En lo que hace a nuestras obras, publicadas todas a través de internet, desde la segunda cita sólo utilizaremos nuestras iniciales R.L.H. 
[4] Vattimo, Gianni. Las aventuras de la diferencia, 1990, p 55.
[5] Cfr. Heidegger, Martin. ¿Qué significa pensar?, p 10 y 11.


INDICE GENERAL
Introducción…………………………………………………………….…7
Primera parte: Ser con uno mismo………………………...…..…...…....12
1.1. El conocimiento humano…………………………………….….….14
1.2. La acción humana y la auto-ética………………………………...…18
1.2.1. El auto estudio…………………………………………………….21
1.2.2. El auto-trabajo……………………………………………………..29
1.2.3. La auto-observación……………………………………………....34
1.3. Los afectos humanos………………………………………………..37
Segunda parte: Ser con los demás……………………..…………...........39
Tercera parte: Ser en el mundo………………………………...……...…50
Conclusión………………………………………………………………..56
Vocabulario……………………………………………………………....57
Bibliografía………………………………………………………….……60

Enlace al ensayo completo:
https://drive.google.com/file/d/1ft4t7RBHZkTvxB6BnPtbqjfaoO4jDsYC/view?usp=sharing