La vida es un constante proceso de muerte, pues en alguna medida todo
nuestro pasado representa a todo lo que ya hemos muerto. Y en medio de esta
danza entre la vida y la muerte, uno puede decidir hacer una apuesta por el
cultivo del espíritu, que nos proporciona placeres espirituales que nos
permiten soportar las innumerables miserias de la existencia.
Y desplegando este afán es que nos hemos embarcado en la aventura de las
composiciones musicales, guitarra en mano y espíritu al viento...
Tomar una guitarra para cantar es como tomar un mundo, en el que se da
una conjunción de formas artísticas, desde la meramente musical, con los
sonidos de la guitarra y el canto, pasando por el sentido literario que
expresan las letras de las canciones, hasta el lado teatral que emerge de la
presencia misma del artista al expresarse.
Entre todas las canciones podemos notar una dualidad que las
caracteriza: unas que muestran motivos de la cultura agraria y otras de la
cultura urbana. Estas variantes constituyen como dos mundos musicales que
establecen por cada lado ilaciones de temas que en algún punto se encuentran
para formar una totalidad compleja[1].
En un marco auto-biográfico, la mayoría de estas composiciones se han
originado primero musicalmente, buscando concretar melódicamente visiones
estéticas que nos han llenado de intensidades afectivas, en especial aquellas
que recrearan la melancolía junto a matices de espiritualidad. En la mayoría de
los casos son composiciones nacidas en la primera juventud (18 a 30 años), por
lo cual se revela en ellas la preponderancia de la intuición sobre el
razonamiento, una tendencia que con el correr de los años se irá revirtiendo
inexorablemente en sentido contrario (el mismo cultivo de la escritura
versificada dejó su lugar a la preponderancia de la escritura en prosa).
Las principales influencias que hemos recibido en la formación de
nuestro estilo musical han sido las del uruguayo Alfredo Zitarrosa, el
argentino José Larralde y el cubano Silvio Rodríguez.
Es posible agrupar algunas composiciones en orden a su temática:
-Canciones de tinte patético y
urbano: Metáfora de un día gris (3), La loca (21), Perro Sarnoso (24), Ciudad
(30), Vivir, pensar, morir (41), Tiempo marchito (42).
-Canciones de tinte existencial: La
eterna borrachera (1), En la ocasión (2), Hijos de abismo (5), Marinero (7),
Salto al abismo (9), La voz de un anciano (11), Caminando con el tiempo (12),
El juego del mundo (13), La cosa misteriosa (22).
-Temas agrario-existenciales: Del
ayer mojón (8), Cañaverales (10), Mi patria (23), Caminando tierra adetro (43).
-Canciones varias con motivos
agrarios: Sólo en ti campo (4), Montes lejanos (6), Rancho desolado (14),
Repetir tu nombre (16), Grito agreste
(19), Tarde campesina (25), Va por los campos (32).
-Guaranias con motivos agrarios: 14
de Mayo (33), Pueblito de Ava’i (34), Quisiera volver (35), Cocotero (36).
-Temas
varios: Tu cara de niña (15), Está el profesor (40).
Enlace al libro completo:
https://drive.google.com/file/d/1FvK_eDBdfLvUWp2ZqrGhKQtCvv9S_tjx/view?usp=sharing
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