viernes, 29 de junio de 2018

INTRODUCCIÓN A “VIVIR, CANTAR Y MORIR. LETRAS Y COMENTARIOS A COMPOSICIONES MUSICALES”


   La vida es un constante proceso de muerte, pues en alguna medida todo nuestro pasado representa a todo lo que ya hemos muerto. Y en medio de esta danza entre la vida y la muerte, uno puede decidir hacer una apuesta por el cultivo del espíritu, que nos proporciona placeres espirituales que nos permiten soportar las innumerables miserias de la existencia.

   Y desplegando este afán es que nos hemos embarcado en la aventura de las composiciones musicales, guitarra en mano y espíritu al viento...

     Tomar una guitarra para cantar es como tomar un mundo, en el que se da una conjunción de formas artísticas, desde la meramente musical, con los sonidos de la guitarra y el canto, pasando por el sentido literario que expresan las letras de las canciones, hasta el lado teatral que emerge de la presencia misma del artista al expresarse.  

   Entre todas las canciones podemos notar una dualidad que las caracteriza: unas que muestran motivos de la cultura agraria y otras de la cultura urbana. Estas variantes constituyen como dos mundos musicales que establecen por cada lado ilaciones de temas que en algún punto se encuentran para formar una totalidad compleja[1].



   En un marco auto-biográfico, la mayoría de estas composiciones se han originado primero musicalmente, buscando concretar melódicamente visiones estéticas que nos han llenado de intensidades afectivas, en especial aquellas que recrearan la melancolía junto a matices de espiritualidad. En la mayoría de los casos son composiciones nacidas en la primera juventud (18 a 30 años), por lo cual se revela en ellas la preponderancia de la intuición sobre el razonamiento, una tendencia que con el correr de los años se irá revirtiendo inexorablemente en sentido contrario (el mismo cultivo de la escritura versificada dejó su lugar a la preponderancia de la escritura en prosa).

   Las principales influencias que hemos recibido en la formación de nuestro estilo musical han sido las del uruguayo Alfredo Zitarrosa, el argentino José Larralde y el cubano Silvio Rodríguez.



   Es posible agrupar algunas composiciones en orden a su temática:

-Canciones de tinte patético y urbano: Metáfora de un día gris (3), La loca (21), Perro Sarnoso (24), Ciudad (30), Vivir, pensar, morir (41), Tiempo marchito (42).

-Canciones de tinte existencial: La eterna borrachera (1), En la ocasión (2), Hijos de abismo (5), Marinero (7), Salto al abismo (9), La voz de un anciano (11), Caminando con el tiempo (12), El juego del mundo (13), La cosa misteriosa (22).

-Temas agrario-existenciales: Del ayer mojón (8), Cañaverales (10), Mi patria (23), Caminando tierra adetro (43).

-Canciones varias con motivos agrarios: Sólo en ti campo (4), Montes lejanos (6), Rancho desolado (14), Repetir tu nombre  (16), Grito agreste (19), Tarde campesina (25), Va por los campos (32).

-Guaranias con motivos agrarios: 14 de Mayo (33), Pueblito de Ava’i (34), Quisiera volver (35), Cocotero (36).

-Temas varios: Tu cara de niña (15), Está el profesor (40).







[1] Aludimos a la idea de complejidad expuesta por Edgar Morin.
Enlace al libro completo:

https://drive.google.com/file/d/1FvK_eDBdfLvUWp2ZqrGhKQtCvv9S_tjx/view?usp=sharing

miércoles, 13 de junio de 2018

INTRODUCCIÓN A “EN TORNO A UN MUNDO GRIS. ENSAYO DE FILOSOFÍA SOCIAL”


     Ya a través de los mitos, las leyendas y las religiones el ser humano de distintas épocas ha tratado de explicar los problemas más acuciantes relativos a la sociedad: su origen, fundamentos, formas y fines, pero recién hacia el siglo IV a.c. comenzaron a enfocarse estos problemas en forma más racionalizada (en especial con Sócrates y los sofistas, en la antigua Grecia); desde entonces hasta nuestro tiempo las incógnitas, los libros sobre el tema, los debates y las polémicas continúan, quizá cada vez con más fuerza.



   Hablar de un mundo gris, es como hablar de un mundo que no se adapta a las claridades enceguecedoras de los optimistas ni se conforma con los pronósticos sombríos de los pesimistas (la postura pesimista es siempre tentadora, en especial para aquellos que muestran un temperamento melancólico). Un mundo gris es un espacio a la vez lleno de oportunidades, de incertidumbres, de peligros y de goces, apto para el crecimiento y la muerte, para el dolor y el júbilo.

   Cuando usamos la palabra “mundo”, no queremos referirnos a la totalidad de la naturaleza ni al planeta tierra, sino al espacio socio-cultural en el que habitamos, conocemos, sufrimos y gozamos. En tal sentido, lo social y lo cultural constituyen la situación[1] en la que nos encontramos como seres vivos y como individuos.

   Podemos pensar el mundo social desde distintas aristas, sea desde la sociología, la economía, la antropología cultural, la psicología social, la filosofía, etc. Sin embargo, lo que aquí intentaremos desarrollar será, aparte de una crítica de las míseras condiciones espirituales de nuestro tiempo, la búsqueda de un modo tanto ético como estético para ubicarnos en él, que al final de cuentas no nos proporcionará otra cosa que la posibilidad de vivir tolerablemente[2]. No encontraremos pues en este modesto ensayo rimbombantes anuncios de felicidad social, ni proclamas de liberación de las cadenas de la injusticia; dejemos eso para los obstinados simpatizantes de la utopía política.

   Pero ¿Qué queremos decir cuando hablamos de ética y estética, y más aun al relacionarlas con las condiciones socio-culturales de nuestro tiempo? Lo estético desborda lo meramente teórico y se despliega en una transformación del sujeto cognoscente, que deja su condición fundante, egoísta y apegada, propia de nuestra mezquina cotidianeidad. La modernidad trató de imponer esa condición del sujeto, pero hoy lo que ella nos ha dejado es un profundo desengaño frente a tantas promesas desviadas e incumplidas. Asi, un enfoque estético reclama del lector algo más que la mera comprensión, reclama la búsqueda del goce del espíritu. De Todas maneras, una lectura meramente comprensiva también es posible, desde luego, y mejor si tiene inclinaciones críticas.

     Cuando hablamos de ética, nos referimos a una de tipo social, es decir, nos proponemos poner al tapete unos valores sociales (en especial los que corresponden a la democracia) que nos permitan encontrar normas de conducta que nos ayuden a mejorar nuestros niveles de convivencia, y con ello acercarnos a una vida algo más tolerable.



   Nuestro ensayo está dividido en tres partes que se realimentan mutuamente, la primera constituye un recorrido de las ideas fundamentales sobre la sociedad y la cultura que utilizamos en el trabajo; la segunda se concentra en estudios sobre la estructura y el cambio en la sociedad; y la tercera se desarrolla como una búsqueda direccionada hacia posturas que nos permitan lograr un mundo sociocultural más tolerable. 



   El problema del mal en el mundo, que había tomado un rumbo intelectualista con los clásicos pensadores griegos, que con el cristianismo se dramatizó con la idea del pecado original, que con los modernos adquirió un enfoque que al ser secularizado se hizo socio-cultural,  hoy nos muestra un panorama sombrío, pues los metarrelatos han perdido consistencia y el futuro ha dejado de entusiasmar a las masas. Navegamos hacia ninguna parte, cuidándonos de no empeorar la deplorable situación en la que el mundo se encuentra. Tal vez entonces, una ética social sólo puede prometernos ya hacer de la convivencia algo más tolerable, luego de tantas discordias, guerras internacionales y agresiones al medio ambiente.

   Pero buscar un espacio tolerable para vivir no implica que la crítica social sea paralizada, al contrario, en la medida en que la configuración socio-cultural se complejice a través de ella, podrá mantenerse a flote en medio de las crecientes incertidumbres de nuestro tiempo.

   Cuando hablamos de ética, necesariamente nos topamos con la trivialidad que llena a la cotidianeidad y que se conjuga con el dolor interminable de tener que luchar por sobrevivir y figurar mejor en una sociedad mundial sumida en una profunda crisis de valores. Esto termina desembocando en un crudo narcicismo difundido ampliamente[3]. Vemos que el mundo se desmorona ¿Qué hacer entonces? ¿Simplemente contemplar como todo se va al diablo? ¿O es que acaso todavía hay posibilidad de salvación? Las ideologías de la gran promesa se han desinflado, la misma ciencia ha dejado de ser la garante del progreso, y así, quizá lo que humildemente nos resta es buscar por lo menos una sociedad más tolerable. ¿Acaso ya es esto mucho pedir? No si confiamos en las posibilidades del aprendizaje humano.

      A partir de esto alguno puede preguntarse por qué lo ético tiene que ver especialmente con lo social. En las condiciones actuales de crisis de los fundamentos, un saber como la ética, que pretendía ser universal e incuestionablemente verdadero, ahora sólo puede ser consensuado y no impuesto. Esto nos obliga a ver la ética como una extraña dualidad de principios de mínimos de convivencia y de máximos de auto-realización.

   Entre estas polaridades de la vida humana podemos desplegar los propósitos del ensayo, como un viaje de ida y vuelta entre lo pragmático de la ética social y lo gozoso e inefable de lo estético.

   Partir de la crisis de los fundamentos no implica renunciar al conocimiento,  antes bien, ir en busca de un renovado encuentro con el saber, de modo a dejar de lado esa fría imagen que se tiene de la actividad intelectual como un juego sacrificado y exigente al que solo se pueden entregar unos pocos estudiosos. La modernidad quiso emparentar a la filosofía con las ciencias, mas, lo que ahora también podemos reclamar es que la filosofía vuelva a ser el juego maravilloso que surge desde el asombro ante el espectáculo del mundo y del hombre.



 
Índice:
Introducción……………………………………………………........7
Primera Parte: Estudios sobre la sociedad y a la cultura…...…12
1.1. El problema del mal en el hombre y en la sociedad……....13
1.2. La crisis de los fundamentos………………………………...23
1.3. La sociedad y la cultura……………………………………...26
1.4. Ideologías y pensamiento débil…………………………….42
Segunda Parte: Estructura y cambio social……………………..49
2.1. Las organizaciones de la sociedad…………………………..52
2.2. El control y la desviación social………...……………...……56
2.3. La migración………………………………………………..…65
2.4. La idea de desarrollo…………………………………………67
2.5. La sociedad civil……………………………………………....74
Tercera Parte: En búsqueda de un mundo más tolerable……..75
3.1. Las posibilidades de lograr un sentido crítico social…..…76
3.2. El juego democrático…………................................................79
 3.3. Un paso más en la transformación del mundo…………....82
Conclusiones……………………………………………………….95
Vocabulario………………………..…………………………….…96
Bibliografía………………………………………………………....97




[1] Cfr: Robert León Helman. La auto-ética. Reflexiones sobre la vida humana individual. Interiora terrae, Asunción, 2016, p 16. En adelante apuntaremos las citas de nuestros trabajos con las siglas R.L.H. El concepto de “situación” fue desarrollado principalmente por Karl Jaspers. En el contexto de Ortega y Gasset podríamos hablar de circunstancias, aunque el filósofo español agrega a este concepto incluso el cuerpo físico.
[2] Que sería el principal producto de los enfoques éticos que proponemos, ya sea en este ensayo (ética social) o en otros (ética personal en “La auto-ética. Ensayo sobre la vida humana individual).
[3] Cfr: Lipovetzki, Gilles. La era del vacío. Anagrama Barcelona, 1986.
Enlace al ensayo completo:

https://drive.google.com/file/d/1vwmrmEwemozRR_z7fI0Ce3h0wXgeHW-v/view?usp=sharing