miércoles, 23 de mayo de 2018

PRÓLOGO A “EL PROBLEMA DEL SUEÑO. COLECCIÓN DE CUENTOS”


   Luego de haber leído "El problema del sueño", cerré los ojos, y supe que había soñado en mis experiencias de tierra adentro, de olor a tierra mojada, de espesos y verde oscuros bosques, bañados por las gotas frías que se suicidan sobre el triste valle concepcionero, sin tiempo y sin palabra, conjugándose todo en una melodía del "Canto de mi selva" de Herminio Giménez.

   De súbito, una dosis de felicidad irrumpió alegremente en mis entrañas, para luego yo clamar en un despertar de algo infinito, colmado de gozo espiritual, repitiendo la locura nietzscheana: «Encon­tré el libro en la tienda de libros antiguos del viejo Rohn [...] en casa me recosté en el sofá [...] y dejé que aquel genio enérgico y tenebroso comen­zase a actuar sobre mí. En cada página la renuncia, el rechazo, la resigna­ción, elevaban la voz: tenía ante mí un espejo en el cual contemplé [...] el mundo, la vida y mi ánimo mismo. Allí, semejante al sol, estaba fijo en mí el gran ojo del arte, separado de todo; allí veía yo enfermedad y curación, exilio y refugio, infierno y paraíso.»[1]

   Robert León Helman incursiona por las indescriptibles travesías del vitalismo místico, emprendiendo un viaje a través del método intuitivo, hacia interiora terrae. Sus escritos se caracterizan por su acentuado fondo Schopenhaueriano, que va proyectándose  a través de breves escritos aforísticos, cuentos y poemas, en abierta polémica contra el desarrollo del pragmatismo social que subyuga el libre pensamiento en nuestra sociedad. Sin embargo, no es posible encasillar sus obras hacia corriente alguna, a veces gravemente romántico, no obstante, levemente fatalista, o liberal, frente a los ultramodernos pensamientos.

   Nada más nos queda disfrutar de la lectura de estas líneas fraguadas por un apasionado de la filosofía, el arte, la estética y la música, que de un salto se asoma hacia aventuras sin rumbo, luego de haber bebido de la fresca y fecunda fuente vital de la cultura paraguaya, a la vez que del pensamiento universal, para plasmarlos en esta serie de cuentos, que deleitan con el noble sentido humano y el sentimiento guaraní.

Adalberto Antúnez B.

2012.







[1] Friedrich Nietzsche. Citado en Reale-Antiseri. Historia del pensamiento filosófico y científico, T. 3. Herder, Barcelona, 1988, p. 382-383.

miércoles, 9 de mayo de 2018

INTRODUCCIÓN A “COMO ESTUDIAR EN LA UNIVERSIDAD Y ELABORAR UNA TESINA DE FILOSOFÍA. ENSAYO SOBRE LOS DESAFÍOS DEL ESTUDIANTE DE FILOSOFÍA”


   Pasar las materias y elaborar la tesina correspondiente a una carrera es todo un desafío para un estudiante universitario, desafío que en numerosas ocasiones no es bien abordado debido a temores o prejuicios que muchas veces se relacionan con una falta de conocimiento de unos métodos adecuados para llegar a los resultados esperados.

  La relación que hemos establecido entre estudiar y hacer una tesina se explica en el hecho de que un buen estudiante responderá generalmente con una buena tesina, por lo cual pensamos que no se podría dar una cosa sin la otra.

   De todas maneras, creemos que el ideal de una carrera de filosofía es que el estudiante aprenda a pensar, que podemos decir es como las ramas y el tronco de una planta, que tiene a la escritura como el fruto maduro, y como a sus profundas raíces a la lectura y a la intuición.



   En relación con esta última facultad, la intuición, debemos decir que el estudio a su vez se articula con aquello que hemos llamado el cultivo del espíritu[1], que puede permitirnos acceder a una experiencia estética radical.

   Pero insistamos más en esta temática. Podemos preguntarnos: ¿Qué es estudiar[2]? Es esforzarse por comprender o aprender. Entonces, el estudio implica un esfuerzo, es decir, tiene que ver con la superación de obstáculos, que de manera particular se relaciona con la cotidianeidad, fuente de distracciones y de deseos interminables.

   Por ello, estudiar se asocia estrechamente con lo que hemos llamado auto-ética, porque el estudio también es un proceso consiente en busca de la formación de la subjetividad desde lo trascendente[3]. En gran medida, el estudio se convierte en goce estético cuando cada pensamiento se articula con una totalidad teórica, y hasta práctica, que en última instancia desemboca en la nada.



   En la parte final de este ensayo hemos ubicado un breve apartado sobre el tema de la filosofía y la universidad, pues en alguna medida, comprender  cuál es el rol de la filosofía en  medio de numerosas áreas de estudio también es un desafío para el estudiante de esta disciplina.



Análisis fenomenológico de la asistencia a la universidad

   Para asistir a una universidad uno necesita terminar los estudios secundarios; con ese requisito principal cumplido uno se acerca a la secretaría de la universidad, sigue los pasos burocráticos y está inscripto como alumno de una de las carreras ofrecidas en la institución.

   La edificación de una universidad consiste básicamente en un conjunto de aulas pegadas unas a otras, generalmente agrupadas en pabellones; puede estar diseñada de tal manera que todos los pasillos de los pabellones desemboquen en un  jardín, o simplemente a un patio ya sea con árboles o sin ellos. Tal vez este tipo de diseño responda a la idea de recrear o relajar la mente durante los breves intervalos de receso. 

   Dentro de las aulas, el alumno se sienta en las sillas distribuidas generalmente en hileras separadas por pequeños pasillos; todas ellas se ubican en dirección al frente del aula, en donde se encuentra el escritorio del profesor, su silla y un enorme pizarrón.

   Al entrar el profesor generalmente saluda, y le responden algunos de los alumnos presentes, luego dependiendo de la situación gasta algunas bromas o pregunta por la última lección desarrollada, para luego pasar a dar la clase del día.





[1] Véase. R.L.H. La auto-ética. Interiora Terrae, Asunción, 2014, p. 31-32.
[2] Del latín studium, que significa aplicación, cuidado. Vemos que este significado es similar al de cultura, que también significa cuidado, o cultivo.
[3] Decía Aristóteles: “Sumidos en el asombro comienzan los hombres a filosofar”(Metafísica I), lo que nos da a entender que el estudio y el pensamiento no es una actividad apartada de hondos sentimientos, y aun de pasiones intensas.
Enlace al ensayo completo:

https://drive.google.com/file/d/1M5kyxMTABHLfgbqjY60EYXiDtImFefiz/view?usp=sharing