miércoles, 25 de abril de 2018

INTRODUCCIÓN A “VIVIR Y FILOSOFAR. COSECHA DE PENSAMIENTOS, LIBRO 6”


   La vida humana, ésta que desde hace ya miles de años desarrolla una aventura tanto sublime como trágica (y porque no decirlo, también cómica), posee, podemos decirlo, tres dimensiones fundamentales: la de ser en el mundo, ser con los demás y ser con uno mismo. Y desde estas aristas de su mundo el hombre ha creado herramientas, mitos, leyendas, rituales, sociedades, culturas, guerras, catástrofes, declaraciones de paz y solidaridades…Y así, lo paradójico y complejo de esta extraña y sorprendente criatura que llamamos ser humano, es lo que nos invita (y hasta a veces nos obliga) a pensar en esta “nuestra” vida…

   Nuestra vida, porque todos los desafíos que ahora inquietan a la humanidad (degradación ambiental, guerras, pobreza o desintegración espiritual del individuo) son nuestros y no sólo, como a veces parece, de unos excéntricos rumiadores de libros o de unos escandalizados líderes sociales.



  Desde hace siglos el hombre viene escarbando su suelo, buscando el fundamento último de aquello que hace y conoce. Y lo que no deja de asombrarnos es que en ocasiones podemos saber que estamos parados sobre nada, una nada sobre la que se eleva lo maravilloso  del conocimiento estético.

 

   La autorrealización no es sino el camino de encuentro con el propio destino (tal destino florece en la contemplación estética). El destino es un llamado, una invitación a recorrer un camino trazado por las revelaciones de la intuición. El destino une, religa, a uno mismo con sí mismo, con los demás y con el planeta tierra. Por ello, el proceso de autorrealización se despliega desde una ética y una estética. Una ética que busca y explica la religación, y una estética que busca y explica las conciencia del debilitamiento del sujeto cognoscente y el objeto conocido.

   Por motivos como estos, el pensar puede dejar de ser una esforzada y hasta odiosa actividad para pasar materias de estudio o para aspirar a un mísero aumento de sueldo; el pensar puede hacerse ya, como diría Ortega, un “afán de mi vida”, y desde ese momento estar comprometido y vivido con lo que uno fue, es y puede ser, como individuo, como componente de la especie y como integrante de un mundo socio-cultural. 

  

   Nos posee un ánimo filosófico, y en tal sentido podemos afirmar que una investigación filosófica no necesariamente se reduce a monografías, tesis de licenciaturas o doctorales, también puede tomar la inocente forma de un aforismo, o de un simple párrafo que relaciona atrevidamente dos líneas de pensamiento.

   En fin, sin pretensiones dogmáticas, la obra simplemente puede ser una oportunidad para continuar con la aventura filosófica, que continuamente nos devuelve la humildad del principiante del saber.




 
ÍNDICE GENERAL


Introducción………………………………………………………….……7
Primera Parte: Ser con uno mismo…………….……………………......9
Capítulo 1.1. La auto-ética…………………………..………………….11
Capítulo 1.2. Lo trascendente…………………..……….……………..30
Capítulo 1.3. Lo estético……………………………………..………….34
Capítulo 1.4. Polaridades……………………………………….……...43
Capítulo 1.5. Otras cuestiones filosóficas…...…………………….…..45
Segunda Parte: Ser con los demás…..……………………….........……65
Capítulo 2.1. Sociedad…………..………………………………….…...66
Primera Parte: Ser en el mundo...…………………………………….. 82





Enlace al libro completo:

https://drive.google.com/file/d/11-cWDTKrXD0XV9ENrTulC9MspTpB81f4/view?usp=sharing

miércoles, 11 de abril de 2018

INTRODUCCIÓN A “EL AUTO-TRABAJO. EN TORNO A LA FORMACIÓN DEL CARÁCTER”


     En especial desde Sócrates y los sofistas el desafío de direccionar la vida hacia un rumbo deseable ha estado presente en la reflexión filosófica, incluso hasta nuestros días, en que algunos autores como Giles Lypovetzki hablan de una ética basada en el egoísmo asociativo o en una moral de los negocios (no vamos a reparar aquí en lo controvertido de estos planteamientos). 

     La desintegración  espiritual del individuo constituye uno de los principales desafíos que la humanidad tiene ya en el presente, pero principalmente para el futuro. Si no se logra consolidar la formación del carácter individual a partir de unos valores que alientan la auto-realización y la convivencia democrática, difícilmente podremos atender otros desafíos como las guerras, la degradación ambiental o la pobreza en el mundo.

     De todas maneras, no nos cansaremos de apuntar que aquí no estamos dando recetas universales de felicidad, ni nada que se le parezca, simplemente estamos soltando una propuesta ética, de las muchas posibles, digamos que a modo de invitación.

     La vida es un quehacer, como decía Ortega, debemos hacer algo con ella. Aunque optemos por permanecer en medio de un letargo inoperante, esa sería la opción que tomaríamos, a partir de la poca o mucha libertad que tengamos a nuestro alcance. Mas, cuando nos proponemos direccionar nuestra vida a partir de unos valores que nos hemos propuesto observar, entramos ya en un modo de vida ético (o auto-ético, en el caso que estudiamos en nuestro ensayo)

     El auto-trabajo consiste en líneas generales en la instauración de normas de vida a partir de los valores que se han asumido (valores que adquieren significación desde un auto-estudio). Estas normas empiezan a encaminar a la vida en la medida en que son apuntaladas por los hábitos.

     ¿Qué son los hábitos? Tendencias o actitudes que uno posee como consecuencia de la constante repetición de unos actos con un mismo objetivo. De ahí que podamos decir que los actos son la unidad mínima de estudio del auto-trabajo.



      Lo que pretende el modo de existencia ético que proponemos es, como ya dijimos, la formación de la subjetividad (o del carácter) a partir de la experiencia de lo trascendente. Ahora bien, es esta formación (o construcción) la que nos  permitirá lograr una vida tolerable. De ese modo podremos compensar los efectos de la intensa carga anímica asociada con la persistente orientación hacia la angustia (que es propia de la experiencia de lo trascendente).



   Una de las principales enseñanzas que nos ha dejado el auto-estudio[1] ha sido la relación dialógica existente entre el placer y el dolor. Desde nuestro enfoque, la manera que el hombre posee de manejar el dolor de existir es el cultivo de los placeres, y dentro de la variedad que nos muestran estos, los placeres intelectuales son los de mayor duración y los que se asocian en menor medida con dolores posteriores (incluso, si consideramos una idea epicúrea, la conciencia de la ausencia de algún tipo de necesidad constituye un placer, es este caso de tipo negativo).

     Un primer paso sería entonces proponer un plan de vida que favorezca el cumplimiento de unos valores que contribuyan a las formación de la subjetividad y mediante ella propicien una vida tolerable.

   El cuidado y el examen de la conciencia constituyen a su vez uno de los principales desafíos del auto-trabajo, ya que a través de ello es posible encausar nuestra vida hacia el cultivo de los valores que elijamos



   Un trabajo como el que aquí planteamos no implica precisamente una búsqueda del mejoramiento del status social, pues en forma directa no producen riquezas materiales, ocupaciones destacadas ni grados académicos de instrucción, al contrario, el desarrollo espiritual puede causar la antipatía de una sociedad ocupada antes que nada en la obtención de dinero y en el cambio del estatus social.

   Por ello, para no crear innecesariamente ambientes hostiles, tanto en la política como en la cotidianeidad se impone la diplomacia, acompañada, porque no, con una pizca de ironía. 







[1] Desarrollado en nuestro ensayo “La Auto Ética”.
Enlace al ensayo completo:
https://drive.google.com/file/d/1Gbptj5LEE99dDPHrhlqKzq95MRW3wd9H/view?usp=sharing