miércoles, 29 de noviembre de 2017

COMENTARIOS A “COLONIA 14 DE MAYO”


COLONIA 14 DE MAYO

Por los caminos de arena, un silencio evocador,

campo de arroyos y selvas, tajamares y canción.

Con el mate se amanece mientras habla el arandú,

de los yuyos y la magia del médico de tradición.



Bajo la sombra de un árbol corre fresco el tereré,

cedrón, menta y perdurilla, hacen sagrada la sed.

Y en la noche las estrellas brillan en su plenitud,

mientras sobre los caminos se desgrana una emoción.



14 de Mayo, silencio de chacras,

Murmullos de bosques, lejanía azul.

Ve por Villarrica, pisando la tierra,

valle del ensueño, valle de canción.



Comentarios:

   La colonia fue fundada en junio de 1909, con 3.254 hectáreas (según los datos de Carlos Pastore[1]) en tiempos de la presidencia de Emiliano González Navero (quien asumió luego de un golpe de estado encabezado por Albino Jara), siendo ocupada en sus inicios por campesinos paraguayos y por  colonos de nacionalidad italiana. La comunidad queda a 12 Kilómetros del centro de Villarrica y se accede a ella por la ruta  número 8 (a 186 Km. de Asunción).

    Carlos Pastore también apuntó que:

“En la colonia “14 de Mayo” fueron expedidos títulos de propiedad en las condiciones dictadas en esta ley -se refiere a la ley de homestead- sobre noventa y dos lotes a otros tantos agricultores de ambos sexos, en 1920”[2].

  La zona sur de la colonia es un lugar regado ricamente por el agua, así, en la parte del campo comunal se tiene un nutrido arroyo que viene directo desde los pies del Ybytyrusu, y de hecho, todo el lugar está minado de esterales, hasta donde comienza, ya hacia el sur, la compañía Tranquera Kue.

   Sobre la letra del tema musical podemos puntualizar algunas apreciaciones:

“Por los caminos de arena un silencio evocador”.   En el campo generalmente reina un silencio envolvente, un clima espiritual sosegado, lo que contrasta fuertemente con las ciudades, marcadas por el barullo y la agitación incesantes.

   Este silencio es propio de un escenario geográfico que propicia la contemplación estética, a través de la “evocación” de las Ideas o arquetipos que pueden ser del mundo natural o humano. En nuestro caso, estas Ideas nos han conectado con los mismos flujos de la cultura paraguaya[3].

   “Campo de arroyos y selvas, tajamares y canción”. Vemos en esta frase como se conjugan los espacios naturales con una creación espiritual (la canción), hermanando así a dos mundos que el pensamiento moderno quiso divorciar. De súbito, la naturaleza adquiere un alma y el hombre retorna a sus raíces naturales.

   “Con el mate se amanece mientras habla el arandu de los yuyos y la magia del médico de tradición”. El arandu encarna una especie de moral basada en el ejemplo antes que en la teoría, que es producto de la vivencia de los arquetipos que constituyen a la cultura seminal paraguaya[4]. A través de la experiencia ganada con los años, el sabio del campo se hace también médico, es decir, conocedor de las propiedades medicinales de las plantas y de su aplicación a los casos específicos de dolencias o enfermedades.

   “14 de Mayo, silencio de chacras, murmullos de bosque, lejanía azul”. La descripción del lejano paraje agrario continua, reviviendo a esa extraña y conmovedora sinfonía que brota del silencio envolvente y del silbido interminable de las aves. La “lejanía azul” nos trae a la memoria los sublimes contornos de las serranías del Ybytyruzú, que llenan de una noble emoción a quien las contempla desde cualquier rincón de la comarca guaireña.

 “Ve por Villarrica, pisando la tierra, valle del ensueño, valle de canción”. Uno de los principales valores que constituyen a la cultura campesina es el amor a la tierra, una tierra que no es una mercancía para obtener lucro, sino que es el solar de los antepasados, la fuente de la alimentación de la familia y el nexo inmediato con la naturaleza con la que el campesino se siente íntimamente unido.



  “Bajo la sombra de un árbol corre fresco el tereré, cedrón, menta y perdurilla hacen sagrada la sed”. El ritual del tereré jere en el campo, contribuye a estrechar las relaciones de amistad y de simpatía, recreando de alguna manera el carácter tribal de la sociedad tradicional paraguaya.

   “Y en la noche las estrellas brillan en su plenitud, mientras sobre los senderos se desgrana una emoción”. La viejas serenatas de antaño aún permanecen como costumbres en los confines del campo paraguayo, dónde guitarra a cuestas, bajo la inmensidad del cielo estrellado, uno debe caminar por los senderos de arena hasta llegar al rancho de la musa encantadora o de un amigo agasajado.









[1] Carlos Pastore. La lucha por la tierra en el Paraguay. Intercontinental, Asunción, 2008, p. 295.
[2] Carlos Pastore. La lucha por la tierra en el Paraguay, ed. cit., p. 294.
[3] Cfr. R.L.H. La Idea del Paraguay, ed. cit.
[4] Cuando hablamos de cultura seminal nos referimos a la cultura tradicional paraguaya enraizada en el campo.
Enlace al video (2): 

jueves, 23 de noviembre de 2017

INTRODUCCIÓN A “ENTRE LA REVOLUCIÓN Y EL CONTROL. ENSAYO SOBRE LA VIDA DE LAS CIENCIAS SOCIALES”


     La vida de las Ciencias Sociales se despliegue desde los pensamientos de aquellos que han contribuido en mayor medida a sembrar sus raíces, a que crezcan sus briosos troncos y a propiciar sus frutos en nuestro tiempo, para darnos un consuelo en medio de nuestras infinitas incertidumbres y miserias.

     Y así, siguiendo el método que hemos llamado organicismo histórico-estético, nos propondremos seguir los rumbos que han tomado las ciencias sociales, no sólo con la intención de proponer una historia de su desarrollo, entre las innumerables ya existentes, sino también, y quizá principalmente, buscando cultivar el goce espiritual que brota del pensamiento y la intuición.

     Y hay que tratar de mostrar que el estudio no es sólo una ocupación tediosa, necesaria para nuestros miserables afanes de obtención de dinero y figuración social, sino la oportunidad de re-crear al mundo desde la reflexión, y así librarnos, aunque sea algunos instantes, de las atrofiantes condiciones espirituales que nos presenta nuestro mundo cotidiano, ¿y no es precisamente esto lo que persigue la experiencia estética?

    Si de paso podemos mejorar los conocimientos que nos permitan pasar exámenes, realizar trabajos académicos  o apuntalar alguna otra actividad de tipo política, económica o cultural, por supuesto, no podría ser ello despreciado, pero no serían sino las migajas que caen de la mesa del gran banquete del goce intelectual.



     En cuanto al título de la obra, podemos plantear que las ciencias sociales, a pesar de sus afanes de objetividad o neutralidad, han sido tironeadas hacia posturas ideológicas que las han utilizado ya sea para apuntalar una utópica revolución que llevaría de regreso al hombre a un fantástico paraíso terrenal, ya sea para soldar los barrotes de una jaula de hierro que terminaría haciendo de la sociedad un gigantesco encierro de almas adormecidas y maniatadas. Si ellas han seguido en camino entre estas dos trampas del intelecto y la acción, ha sido gracias al afán de continuar ejercitando la crítica y la reflexión, incluso si con ello uno se hacía merecedor de los ladridos de los perros guardianes de la corrección política o académica.




Enlace al ensayo completo:
https://drive.google.com/file/d/14HxsE902ukZCJz5tRLY9Qw0EFmACoqb3/view

jueves, 9 de noviembre de 2017

INTRODUCCIÓN A “RETORNO. ENSAYO SOBRE EL PROBLEMA DEL HOMBRE”


     La pregunta por el hombre no se relaciona con un afán meramente especulativo, pues saber qué es el hombre, de donde viene y a dónde va, puede ayudarnos a orientarnos (incluso si las respuestas son numerosas) frente a desafiantes problemas como la degradación ambiental, los conflictos bélicos, la pobreza o la desintegración espiritual del individuo.

     Ciertamente, el saber sobre el hombre ha estado presente desde tiempos inmemoriales en las leyendas, los mitos o las religiones, pero de una forma con pretensiones de  dar una respuesta racional, se da principalmente en la antigua Grecia, con pensadores como Sócrates o los sofistas. Desde entonces la pregunta sobre hombre ha adquirido diversas respuestas a través del despliegue de la historia de la filosofía, e incluso de la ciencia.

     Lo que en este ensayo nos propondremos hacer será simplemente un esbozo más, de los muchos posibles y existentes, de la figura de este ser tan paradójico y complejo que calificamos como “humano”.



     Etimológicamente el término hombre deriva del latín “homo”, asociado a su vez con “humus”, que significa tierra, y en tal sentido,  fácticamente el cuerpo humano, la dimensión  más concreta de la humana existencia, con la muerte siempre vuelve a la tierra, como si nunca hubiese dejado de pertenecer a  ella.

     A su vez, el término griego “anthropos”, hombre, es “el que mira hacia arriba”, que a la luz de las investigaciones antropológicas podemos decir que es aquel que ha podido erguirse, liberar sus manos y sus inteligencia y mirar hacia el cielo, el espacio de sus más altos ideales[1].



   La vida del ser humano se constituye en una trágica danza entre el placer y el dolor, que se desarrolla en la mayoría de los casos de acuerdo a modos generales y tradicionales de vivir, que podemos agrupar bajo el nombre de “cotidianeidad”. Por supuesto, la cotidianeidad variará de una cultura a otra, pero las pautas estables del pensar y la acción siempre existirán.

   Pero ¿Por qué el hombre empieza a preguntarse con seriedad por las  cuestiones últimas de la vida, como el ser, el mundo, uno mismo o la sociedad? ¿Cómo es posible dejar el sueño pesado de los problemas cotidianos, de las preocupaciones diarias por ganarse el pan o por cultivar la vanidad?

   Dejar el letargo de esta cotidianeidad (asociado con los procesos coercitivos de la sociedad y la cultura) muchas veces se hace posible porque aparece una situación límite, como una enfermedad que se extiende más de lo previsto, la muerte inesperada de un ser querido, un trabajo desgastante que parece no tener justificación, o el lamento por una acción con resultados negativos; en síntesis, como enseñaba Karl Jaspers, las situaciones límites son cuatro: la muerte, el sufrimiento, la lucha diaria y la culpa[2].

   A su vez, como estas situaciones, los estados de ánimo extremos, como la desesperación, el júbilo, el aburrimiento y el estado de alerta, al intensificarse desembocan en el estado de ánimo radical, la angustia[3]. A través de ella, (que en medio de lo cotidiano se presenta como excepcional, aunque puede ser cuidada y propiciada por la auto-observación), el individuo puede llegar a la conciencia, no de su integridad, originalidad, o autenticidad, sino de su  condición de sujeto débil o crepuscular,  que ya no se constituye como centro dictatorial del conocimiento, sino como componente de un saber a la vez estético, débil, retórico y nihilista. Al respecto dice Vattimo: “Estas son, me parece, las dos dimensiones decisivas de la crisis del sujeto burgués-cristiano (y antes del sujeto trascendental): el ocaso del rol hegemónico de la conciencia (ante todo entendida como conocimiento), tanto respecto de las otras fuerzas internas que constituyen la persona, como respecto de los “poderes históricos””[4].

  

   Heidegger decía en su libro "¿Que significa pensar?", que lo grave es lo que da que pensar, pero lo "gravísimo" es que a pesar de nuestro tiempo grave, todavía no pensamos[5]. Vivimos en una grave situación de crisis, tanto como especie, en un planeta enfermo; como individuos, en medio de exigencias afectivas e intelectuales; como seres sociales, inmersos en una sociedad resquebrajada y una cultura masificada. Nuestro mundo de hoy se presenta como un grito que llama al pensar, pero ¿está el hombre  de nuestro tiempo dispuesto a escuchar tal llamado?

  Toda crisis es dolorosa, difícil de sobrellevar, pero ella terminará en dos posibles desenlaces, el de la muerte o el de la transformación, o tal vez, porque no decirlo, en una muerte que nos abrirá a la transformación. 



  Se podría esperar que en un ensayo que trata sobre el problema del hombre, como el que aquí presentamos, se plantee en forma casi inmediata la pregunta ¿Qué es el hombre?, sin embargo, todo el rodeo previo que hemos hecho antes de llegar a esta pregunta fue para poder abordar esta cuestión con más claridad y soltura.

  Nuestro recorrido a través de los matices del problema del hombre consistirá en un esbozo de sus principales dimensiones, sin postular ninguna naturaleza intrínseca y ningún conocimiento absoluto. Así, a tono con los planteamientos de Vattimo, podríamos sostener aquí una visión debilitada sobre el hombre.



   Pero ¿por qué aludimos a un “retorno” en el título de nuestro ensayo sobre el problema del hombre?  Porque este abordaje podría ayudarnos a retornar a lo originario, que no es sino la misma nada, a partir de la cual todo se muestra como símbolo, arquetipo, Idea o cifra. En otras palabras, las reflexiones sobre el hombre que aquí presentamos pueden ayudarnos a establecer las condiciones para que se dé una experiencia estética radical.

   A su vez, si es que acaso queremos construir un futuro tolerable, deberemos liberar las fuerzas de la imaginación y la creatividad, moderadas socialmente a través de los juegos de la democracia. Y la liberación de estas fuerzas no lo lograremos sino a través de la experiencia estética.







[1] Cfr. Pedro Chinaglia. Ser Hombre. Edisa, Asunción, p. 35.
[2]“Estas situaciones no cambian, salvo solamente en su modo de manifestarse; referidas a nuestra existencia empírica, presentan el carácter de ser definitivas, últimas. Son opacas a la mirada; en nuestra existencia empírica ya no vemos nada más tras ellas. Son a manera de un muro con el que tropezamos y ante el que fracasamos. No podemos cambiarlas, sino tan sólo esclarecerlas, sin poder explicarlas ni deducirlas partiendo de otra cosa. Ellas se dan con la existencia empírica misma”. Karl Jaspers. Filosofía. Revista de occidente, Madrid, 1959, p. 66-67.
[3] “Del latín “angustus”, que significa angosto, estrecho, término que se refería a los finísimos desfiladeros de las montañas, desde los cuales se experimentaba vértigo y miedo ante la proximidad inquietante de profundos abismos” R.L.H. Al diablo con el mundo. Cosecha de pensamientos 1. Interiora terrae, Asunción, 2014.
[4] Vattimo, Gianni. Las aventuras de la diferencia. Península, Barcelona, 1990, p 55.
[5] Cfr. Heidegger, Martin. ¿Qué significa pensar? Nova, Bs. As., p 10 y 11.
Enlace al ensayo completo:
https://drive.google.com/file/d/0B1fbaSG6HJjWclh0N0hPa1FFMWc/view