En un mundo lleno de los vacíos dejados por
la crisis de los valores tradicionales, por la crítica despiadada contra la
religión, por el desencantamiento de los mitos y leyendas, volver a buscar una
experiencia maravillosa o la plenitud de la vida constituyen quizá una
auténtica necesidad y un grandioso desafío, para no sumirnos en el barro del
hastío y el absurdo.
En tal
sentido, la experiencia estética se presenta como un sendero que se abre ante
nosotros para ayudarnos encarar los desafíos que el mundo ultramoderno nos
presenta.
Mas,
quizá uno de los primeros en enfrentarse a estos malestares de la modernidad
fue el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, quien a pesar de su perspectiva
pesimista dejó entrever varias claves teóricas que desde el pensamiento actual
es posible aprovechar.
Y precisamente, la idea que nos estimula a
valorar estas claves de Schopenhauer es la de “Verwindung”, término utilizado
por Heidegger y reinterpretado por el filósofo italiano Gianni Vattimo, que
significa remitir un mensaje, uno que nos reconcilia con nuestro pasado, como
aquello a lo que estamos destinados, por el hecho mismo de que nuestro presente
se enraíza en el pasado de la tradición del pensamiento y a su vez nos proyecta
hacia las posibilidades del futuro.
Pero antes de meternos de lleno en estos
senderos del pensamiento y la estética actuales, desde los impulsos que nos
presta Schopenhauer, nos ocuparemos de apuntar en dos capítulos separados, los
lineamientos fundamentales de su metafísica y su estética. Su metafísica,
porque ella constituye el cimiento sobre el que se asienta toda la reflexión de
nuestro filósofo; y su estética, porque es el vector teórico que nos permite
introducirnos por los intrincados caminos del pensamiento de nuestro tiempo.
En último lugar, y en la forma de un tercer
capítulo, penetraremos en el inquietante mundo de la filosofía actual,
siguiendo los señalamientos estéticos que nos prestó Schopenhauer en los
capítulos anteriores, y de este modo alcanzaremos los frutos que puede
ofrecernos la investigación que hemos llevado adelante.
Schopenhauer constituye un filósofo
extraordinario, y desde sus obras nos hemos introducido a este maravilloso y
desafiante mundo de la filosofía, tratando de comprendernos a nosotros mismos,
a la sociedad y al cosmos; por ello, aquí intentaremos justificar de una manera
formal lo que venimos haciendo ya desde nuestros primeros pasos como
estudiantes de filosofía: cuestionar al mundo trepados sobre los hombros de
este gigantesco pensador.
Las
notables implicancias de la experiencia estética, tanto en lo que hace
al objeto conocido como al sujeto cognoscente, es uno de los temas más
importantes y de mayor relevancia que ha dejado Schopenhauer para el
pensamiento actual. La crisis del sujeto (paralela a la crisis de los fundamentos
del conocimiento, de la razón e incluso de la ciencia), temática central del
nuestro tiempo, encuentra en las ideas de Schopenhauer precedentes notables,
que pueden ayudar a clarificar y a replantear algunas posturas sobre el
problema.
Así, la continuidad inapelable del
pensamiento filosófico a través del tiempo, nos permitirá afianzarnos en el
manejo de las ideas de nuestro espacio intelectual, y a su vez nos darán claves
para entender las proyecciones culturales que revela. La investigación ahondará en las formas
y enigmas de la experiencia estética,
que nos acercan en gran medida al pensamiento descentrado, post-logocéntrico,
que marca fuertemente a nuestra época. De ahí que Schopenhauer se presentará
ante nosotros como el genial anunciador de nuevas posturas (que por tomar
un ejemplo, tiene a Nietzsche como el
primero en registrarlo) así como un
vigente propiciador del goce estético y del renunciamiento al mundo.
Nos proponemos someter a análisis los
planteamientos de Arthur Schopenhauer sobre la transformación que se produce en
el sujeto que conoce cuando se
alcanza la contemplación estética, junto a la correspondiente modificación que
sufre el objeto conocido.
El problema sobre el conocimiento estético se
agudizó ya hacia el siglo XVIII, cuando el inglés Francis Hutcheson sustituye el
intuicionismo metafísico en la estética por el intuicionismo psicológico, es
decir, sostiene que ningún objeto podría ser considerado bello sin un sujeto
dotado del sentido de la belleza. Así, lo estético alcanza el grado de un
problema del conocimiento, y como se
sabe, explicar la forma y los fundamentos a partir de los cuales el hombre
conoce constituyó un tema central de los siglos XVII y XVIII, tanto entre
racionalistas como entre empiristas. Estas cuestiones serán retomadas de manera
original tanto por los idealistas alemanes como por el romanticismo, tanto
alemán como inglés.
Este cambio nos revela la relevancia del
pensamiento filosófico en su íntima relación con las distintas manifestaciones
artísticas, religiosas, mitológicas y simbólicas en general, pensamiento
enfrentado a la preponderancia que la ciencia ha ido ganando progresivamente en
la cultura occidental.
En el marco de la experiencia estética se da
una modificación del sujeto, que deja de lado la interpretación cotidiana de la
vida como una tarea penosa y obligatoria que realizar, o como un foco
interminable de conflictos. Las ideas de Schopenhauer contribuyen a redescubrir
esa sabiduría olvidada y difundida por filósofos como los presocráticos,
Platón, o los románticos, que enseña a ver al mundo como un espectáculo
maravilloso.
Al
final nos propondremos exponer las ideas estéticas de Schopenhauer como un
camino importante para ubicarnos en el problema actual de la crisis de la
visión tradicional del sujeto cognoscente, que implica por supuesto, una
problemática crítica también en el objeto. Schopenhauer solía comparar su obra cumbre
“El mundo como voluntad y representación” con un tema musical de cuatro
movimientos; y así, nosotros podemos decir que nuestro trabajo es como dos
variaciones musicales del primer y tercer movimiento de la obra del filósofo
alemán (metafísica y estética respectivamente), y un movimiento (o capítulo)
final que se vale de las mismas ideas centrales pero a través de un lenguaje
musical atonal (comparable con filosofía contemporánea, o específicamente con
el pensamiento débil).
Ya para cerrar esta breve introducción,
queremos significar la importancia de los estudios académicos de filosofía, que
permiten al estudiante interesado en esta disciplina, encontrarse con una
tradición intelectual que se mantiene vigente con los años, y que de ese modo
ofrece las condiciones para que una educación sólida, coherente y sistemática
pueda llevarse adelante sin los dramas y carencias que muchas veces vienen
adheridos a una formación auto-didacta.
Creemos que sin los exigentes desafíos que
la formación escolar filosófica propone, muchas vocaciones intelectuales
inclinadas hacia nuestra disciplina pueden dispersarse y hasta diluirse por
falta de un conveniente direccionamiento conceptual de los estudios y el
aliento moral de los maestros. Por ello, queremos que este trabajo constituya
no sólo una puerta que nos abra a la obtención de un título académico, sino
también una carta de agradecimiento a la labor y a las reflexiones de todos
nuestros maestros a lo largo de nuestros años de estudio[2].
[1] El presente estudio fue
construido sobre la base de una tesina para la obtención de una licenciatura en
filosofía, por lo cual en algunas pocas ocasiones es necesario ubicarse en ese
contexto para comprender mejor algunos pasajes del trabajo.
[2] Este
trabajo está dedicado especialmente a Darío Sarah y Adalberto Antúnez, maestros
y amigos a lo largo de mi errabundo paso por la carrera de filosofía.
Enlace al libro completo:
https://drive.google.com/file/d/0B1fbaSG6HJjWLUI1aGtSWTJFcVE/view