INTRODUCCIÓN
La historia de la filosofía latinoamericana
también revela una vida espiritual, que la asumimos no en un sentido meramente
teórico, sino también estético. Con ello, estamos invitando al goce espiritual a
través del recorrido de este aventurado ensayo (como todos los que ya hemos
escrito).
Es bien sabido que cuando la filosofía empezó
a incursionar en el ambiente cultural latinoamericano, ella contaba ya en
occidente con más de veinte siglos. Sin embargo, creemos que desde el momento
en que la filosofía hace presencia en la cultura de los pueblos americanos y es
utilizada por los pensadores de esta parte del planeta para tratar de
comprender el mundo, comienza la vida peculiar de esta historia filosófica
continental.
Una y otra vez se podrán proponer objeciones
para el método orgánico de periodización
histórica que utilizamos para desplegar nuestras reflexiones, pero debemos
insistir aquí, que buscamos en la escritura antes que nada el goce del
pensamiento, y si para lograr ello debemos seguir ciertas recetas (dictadas
desde el espíritu romántico del siglo
XIX), no dudaremos en sacrificar aspectos formales para lograr nuestro
cometido.
Esta periodización está condicionada por los
desarrollos históricos, culturales y sociales de los pueblos latinoamericanos,
de aquí que cuando hablamos de filosofía latinoamericana necesariamente
necesitamos establecer cruces con disciplinas de las ciencias sociales, de una
manera aun más pertinente que cuando hablamos de la filosofía occidental a
grandes rasgos.
Consideramos que es controvertido hacer
diferenciaciones entre la filosofía “en” Latinoamérica y la filosofía
latinoamericana en cuanto tal. La filosofía desarrollada en Latinoamérica, no
importa cual corriente, lleva necesariamente los condicionamientos que le
otorgan la cultura y la sociedad del filósofo que la cultiva, por más que la
corriente llevada adelante tenga orígenes europeos o norteamericanos. En tal
sentido, las principales vertientes de la filosofía latinoamericana
(americanista, historicista, liberacionista) no ensombrecen las posturas más
asociadas al pensamiento europeo en general, que también fueron cultivadas de
manera peculiar por los intelectuales latinoamericanos (por ejemplo el
positivismo).
Enlace al ensayo completo:
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