viernes, 26 de octubre de 2018

INTRODUCCIÓN A “LA IDEA DEL GUAIRÁ. ENSAYO SOBRE LA HISTORIA CULTURAL GUAIREÑA”


   Conocer, valorar y reflexionar sobre nuestra cultura, sea nacional, o regional (como tratamos de hacerlo en el presente ensayo), no es una mera cuestión de romanticismos baratos, o la simple expresión de banales pensamientos ociosos, es una necesidad perentoria para tratar de afianzar y reconstruir constantemente nuestra propia identidad, sea esta individual o social.

   Consideremos que sin una identidad sólidamente arraigada en nosotros y en nuestra cultura, somos presas fáciles para el avasallamiento de nuestras fronteras tanto espirituales como materiales. En tal sentido al debilitarse nuestra identidad perdemos nuestra libertad en distintos grados, una pérdida que no nos afecta sólo a nivel cultural, sino que también se extiende en campos como lo social y hasta lo económico.
   Muchas veces se piensa que el estado debería hacerse cargo de afianzar la identidad nacional y regional, sea a través de la educación, del turismo, de las campañas por medios masivos de comunicación, etc, pero la necesidad de forjarse una identidad, no es una cuestión solamente macro social o macro cultural, es también un afán individual y grupal, que necesita hacerse auto-consciente en cada ciudadano para generar aun más intensidad a nivel social. 

   Y persiguiendo tales inquietudes el presente ensayo puede encontrar alguna justificación, que ciertamente no es sencilla plasmarla conscientemente, porque antes que nada tiene motivaciones estéticas, y aun lúdicas; pero ¿por qué no intentarlo? ¿por qué no tratar de extender sus alcances hacia objetivos nacionales y regionales? No nos cuesta nada, entonces hagámoslo... 



    A muchos nos gusta caminar por la historia, por el pensamiento y el arte, es lo que sucede cuando los espacios geográficos se llenan de sentido estético, una vez que se desprenden de ellos las imágenes de las vidas de los hombres que por ellos han trajinado tanto en el sufrimiento como en la dicha.

   Y caminar por Villarrica es asi, es descubrir un inagotable tesoro espiritual que nunca termina de asombrarnos. Recordemos aquí unas bellas imágenes que nos pinta Artemio Franco Preda cuando se refiere a los parajes guaireños:

“El aire de transparencias indefinibles, que avizora a la más recatada intimidad del paisaje, nos invita a reconcentrarnos, sobre todo al agonizar la tarde, cuando los débiles rayos del sol, dan la nota de melancolía a los campos”[1].



   Para la formación de este ensayo, de nuevo hemos apelado a nuestro modelo organicista, desplegado en estadios de niñez, juventud, madurez y vejez. De esta manera, hemos conectado a nuestras reflexiones con las mismas analogías hechas cuando nos ocupamos de la historia cultural del Paraguay[2]. Hablando metafóricamente, podemos decir que asi como cuando en una pequeña laguna arrojamos una piedra, quebrando el cristal líquido en ondas concéntricas, lanzando inmediatamente otra, veremos como estos flujos de ondas no se estorban ni distorsionan, van y vuelven casi armónicamente, creando una danza elemental y llamativa; y asi también, la cultura paraguaya y la cultura guaireña se inter fecundan, repitiendo cada una de ellas el movimiento espiritual de la otra, tal como la magnífica danza acuática que hemos imaginado.






[1] Artemio franco Preda. El Guairá y su aporte a la cultura paraguaya. Villarrica, Paraguay, 2003.
[2] Cfr. R.L.H. La Idea del Paraguay. Hacia una visión estética de la cultura paraguaya. Interiora terrae, Asunción, 2014.
Enlace al ensayo completo:

https://drive.google.com/file/d/10-qGcDP475dh01_ewrHFszOSJNAFjWi7/view?usp=sharing

viernes, 12 de octubre de 2018

INTRODUCCIÓN A “DEL PASIVO AL ACTIVO. REFLEXIONES SOBRE EL DINERO, LOS NEGOCIOS Y LA ECONOMÍA”


INTRODUCCIÓN



   En el mundo moderno (y por extensión también el postmoderno[1]), manejar el dinero no tiene que ver sólo con un medio de poder solventar las necesidades fundamentales o para gozar de la vanidad y el poder, también se relaciona con tratar de hacer de nuestra mísera cotidianeidad[2] una experiencia más tolerable.

   Y esta experiencia tolerable, en medio de un mundo complejo, exige el desarrollo en todas las dimensiones del individuo, como un ser consigo mismo, con los demás y con la naturaleza. Y asi, aunque en este ensayo en gran medida nos ocupemos de la vida económica del individuo, no dejaremos de tener en cuenta (por lo menos implícitamente) las relaciones de las ideas aquí propuestas con los marcos sociales y ambientales.



   Schopenhauer dividía los bienes humanos en tres[3]: lo que uno es, lo que uno representa y lo que uno tiene, y en tal sentido, estableciendo una jerarquía entre estos bienes, podemos sostener que “lo que uno tiene” adquiere importancia sólo en la medida en que nos permite cultivar la riqueza espiritual[4], es decir, “lo que uno es”.

   Toda necesidad insatisfecha va a acompañada de distintos grados de dolor, los que su vez terminan con la satisfacción¸ que va acompañada de placer. Pero una necesidad satisfecha siempre es el trampolín para la aparición de otras, que reclaman atención a través del mismo dolor.



   En un contexto meramente político, creemos que el conservadurismo constituye la forma ideológica que directamente ofrece mejores condiciones para los negocios, e indirectamente mejores situaciones para el cultivo del espíritu, sencillamente por anteponer el orden, la mesura y el consenso, frente al planteamiento conflictivo y revolucionario de ideologías radicales (sean de líneas socialistas o liberales).

   Consideremos que estamos en un mundo socio-cultural creado por la burguesía, por lo cual, para manejarnos en él con eficiencia debemos atender las pautas de comportamiento del burgués, y ni que decir en el hipotético caso de que alguno pretenda transformar el modo de vida actual (El más grande pensador socialista, Carlos Marx, se convirtió en uno de los grandes intérpretes del mundo burgués-capitalista). Incluso tomando en cuenta lo anterior, es necesario reparar en que el mismo capitalismo sufre distintos grados de transformación a lo largo de la historia, estando en la actualidad, como lo plantean algunos estudiosos, en una etapa fluida y disuelta, por no decir libre y hasta descontrolada. 

   También tengamos en cuenta que en el contexto de costumbres consumistas, la racionalidad propia del burgués (atento a sus libros de contabilidad y  la posibilidad de maximizar sus utilidades monetarias) parece estar en segundo plano frente a la compulsiva necesidad de gastar y consumir “ahora”, para así eludir de alguna manera la tremenda ansiedad que azota al individuo en nuestro tiempo. Vemos así conjugadas a la vez situaciones psicológicas, económicas, sociales y culturales.



   Atrevámonos a definir un negocio como cualquier cosa o acto que signifique ganancia o ventaja. Así, podemos notar que nuestra vida en gran medida se trata de un negocio, en donde intercambiamos fuerza de trabajo o bienes (físicos o culturales) a cambio de beneficios o ventajas.

   De todas maneras, en términos netamente económicos, digamos que negocio es “hacer inversiones”. Para lograr esto, como para la gran mayoría de los desafíos humanos, hacen falta desarrollar la inteligencia y la experiencia en los negocios.

   Las inversiones propician el crecimiento del capital, fortaleciendo nuestros activos y sustentando nuestros pasivos. Básicamente, podemos sostener que activo es todo lo que mete dinero en nuestros bolsillos, en tanto que pasivo es lo que lo quita.

   Considerando estas definiciones podemos comprender que los activos puros son las inversiones exitosas, en tanto que bienes como equipos electrónicos, automóviles o inmuebles se constituyen en una conjunción de activos y pasivos en donde generalmente prima lo segundo.

   Ahora, volvemos a insistir en esto, de la triada económica de gastar-ahorrar-invertir, es el tercer factor, en cualquiera de sus formas, el que nos permite aumentar nuestros activos.





[1] Cfr. Robert León Helman. Del pasado al futuro. Ensayo sobre el devenir del hombre. Interiora terrae, Asunción, 2015, p. 15-17. A continuación nos referiremos a las citas de nuestros ensayos con las siglas R.L.H.
[2] Cfr. R.L.H. La auto-ética. Reflexiones sobre la vida humana individual. Interiora terrae, Asunción, 2016, p. 18.
[3] Arthur Schopenhauer. El arte del buen vivir. Edaf, Madrid, 1998, p. 41.
[4] Cfr. R.L.H, La auto-ética, ed. cit., p. 52-57; R.L.H. Retorno. Ensayo sobre el problema del hombre. Interiora terrae, Asunción, 2015, p. 22.
Enlace al ensayo completo:

https://drive.google.com/file/d/1tRT6lwbvakEcCPA8SnXEaMkXvPjb6gne/view?usp=sharing