miércoles, 25 de julio de 2018

INTRODUCCIÓN A “PENSADO Y ESCRITO. COLECCIÓN DE ENSAYOS FILOSÓFICOS BREVES”


   Decía Francis Bacon que la lectura hace al hombre completo, que la conversación lo hace ágil y que la escritura lo hace preciso;  y más aun, cuando pensamos en el marco de la filosofía, la búsqueda de precisión es tan fundamental como la búsqueda de un tono expresivo adecuado. Y es en medio de estos trajines intelectuales que presentamos aquí una serie de ensayos filosóficos breves, con el propósito de invitar a los lectores a la aventura filosófica, que se recrea a su vez por la lectura, la conversación y la escritura.   

   Dentro de un contexto auto-biográfico, podemos decir que la posibilidad de escribir en revistas estudiantiles así como las exigencias de presentación de ensayos puntuables para las materias de la carrera de filosofía, me permitieron darme cuenta que mis reflexiones más íntimas se habían moldeado de acuerdo a la formación académica que estaba recibiendo; y con ello, los pasos que fui dando en mi desarrollo intelectual y espiritual  contaban con el resguardo y el basamento de mi entorno cultural, y esto, a pesar de que los culebreos impredecibles de mis ideas parecían partir desde cuestionamientos personales. Es inevitable, nuestra cultura piensa en nosotros, y nosotros pensamos en nuestra cultura.






Enlace al libro:

https://drive.google.com/file/d/1rWan-tTrGnH4BmOVcds-dFhvBxcxyLFi/view?usp=sharing

viernes, 13 de julio de 2018

INTRODUCCIÓN A “LA AUTO-ÉTICA. REFLEXIONES SOBRE LA VIDA HUMANA INDIVIDUAL”


   Ya en la antigua Grecia, en particular desde Sócrates y los sofistas, se plantearon cuestiones que hasta hoy siguen inquietando a aquellos que se atreven a reflexionar sobre sus vidas: la felicidad, el buen vivir, la prudencia, las normas de conducta, etc. De hecho, la ética (o la moral), tema propio del presente ensayo, era entendida por los antiguos griegos como la constante búsqueda de la felicidad o del buen vivir.  

   Por nuestra parte en este ensayo, no nos preocuparemos por buscar una felicidad llena de exigencias y condiciones (como acaso lo planteó alguna vez Aristóteles),  nos bastará con sostener que una vida tolerable es posible, desde la base del cultivo del espíritu[1].

     La modernidad ha venido de la mano con la degradación de la cultura individual (en términos de Simmel) que se ha reflejado en un individualismo y un egoísmo rastreros, que amenazan con profundizar aún más la crisis en la que ya toda la humanidad se encuentra insertada. Esto, que catalogamos como desintegración espiritual del individuo, está asociado íntimamente con otros grandes desafíos que nos depara tanto el presente como el futuro: las guerras, la pobreza y la degradación ambiental.

     Y estos desafíos no podrán ser abordados sino a través de las reformas, que en el caso del desafío de la desintegración espiritual del individuo es la que corresponde a la educación, una que debe apuntalar los valores gracias a los cuales los individuos puedan alcanzar una mayor consistencia de su personalidad y de sus planes de vida. Así el desarrollo de una auto-ética será también un paso importante para existan ciudadanos que se comprometan con el intento de abordar los desafíos de nuestra sociedad y nuestro planeta.

     De todas maneras, queremos insistir en que una auto-ética siempre será una apuesta privada, que por supuesto puede ser objeto de una invitación a seguirla o por lo menos considerarla, pero no imponerla como senda incuestionable para alcanzar el buen vivir. Es decir, estamos hablando de una ética de máximos de bien y felicidad,  que siempre deberá estar articulado con una ética de mínimos de justicia, que aseguren por lo menos una existencia tolerable.



   El hombre es un ser complejo (múltiple en su unidad) y se despliega existencialmente en tres dimensiones: como ser en el mundo, como ser consigo mismo y como ser con los demás. En cuantos seres con nosotros mismos, tenemos dos facultades fundamentales, conocer y actuar. En tal contexto, la auto-ética constituye un conjunto de conocimientos y prácticas, centrado en la dimensión humana de ser con uno mismo, pero que se extiende recursivamente hacia la sociedad y el medio ambiente. 

    Podemos plantear que nuestra auto-ética posee un objetivo fundamental: la construcción[2] de la subjetividad[3] desde la experiencia de lo trascendente[4].  Y esto lo consideramos importante porque uno de los principales desafíos de la humanidad, tanto en el presente como también en el futuro es contrapesar la desintegración espiritual del individuo[5].



   La palabra trascendente proviene del prefijo “trans”, que significa “a través”, o “de un lado hacia otro”, y el término latino “scandere”, trepar, escalar, más el sufijo “nte”, que alude a una acción. Entonces etimológicamente lo trascendente es “el paso de un lado hacia otro”. Uno de estos lados no es más que la cotidianeidad, con todas sus miserias e insatisfacciones, mientras que el otro lado se relaciona con la experiencia estética, que modifica radicalmente al mundo, haciendo de la vida a la vez un juego, sueño y experimento.

   En cuanto seres en relación con nosotros mismos, estamos inmersos en un mundo en el que se han desvanecido los fundamentos que el pensamiento tradicional había establecido; un abismo anida en la trágica travesía humana hacia ninguna  parte. Esta situación se refleja a su vez en la condición del sujeto, que ahora se muestra “débil”, o “crepuscular”, como lo explicó Gianni Vattimo[6]. Y este contexto en el que se desarrolla el pensamiento actual constituye para nosotros un renovado espacio para lo trascendente. Sin embargo, sigue siendo necesario que el hombre por lo menos plantee una dirección consciente a su vida (a la manera de una estrategia, no de un programa[7]), de modo a no dejarse llevar por la corriente de la masificación social, o para no caer en la ilusión de que se está viviendo una realidad fundada y absoluta, y a su vez, para establecer las condiciones para que advenga lo trascendente.

   Entonces, la apuesta que hacemos no implica una renuncia a la racionalidad a la hora de buscar un camino que nos permita alcanzar una vida tolerable, antes lo que proponemos es valernos de una racionalidad debilitada, que no busque imponer principios absolutos e incuestionables, sino que constantemente se abra al diálogo, a la tolerancia y a propiciar una convivencia pacífica.



   Plantearemos el desarrollo del ensayo desde lo más teórico a lo más práctico, y así comenzaremos con el auto-estudio, pasaremos por el auto-trabajo y concluiremos con la auto-observación.   





[1] Aquello que Pierre Bourdieu llamó capital social cultural.
[2] O la formación si se prefiere.
[3] O “el carácter moral”, en términos de Aranguren; o también “la personalidad”.
[4] Ideas y sentimientos enraizados fuera de lo cotidiano.
[5] R.L.H. Del pasado al futuro. Ensayo sobre el devenir del hombre. Interiora terrae, Asunción, 2017, p. 33-34.
[6] Gianni Vattimo. Las aventuras de la diferencia. Península, Barcelona, 1990, p 55-57. También, del mismo autor. El sujeto y la máscara. Península, Barcelona, 1989, p. 191-221.
[7] Cfr. Edgar Morin. Introducción al pensamiento complejo. Gedisa, Barcelona, 2007, p. 113 y 116.
Enlace al libro completo:

https://drive.google.com/file/d/1VRaINLajNfL42IHyfByGnTDOXS6u1HAZ/view?usp=sharing